Modesto repunte de 2,5% de la economía mundial para este año proyecta el BM

El Banco Mundial propone fórmula para elevar crecimiento

Luego de registrar su peor desempeño desde la crisis financiera internacional, la economía mundial experimentará un ligero repunte de 2,5%, “si todo va bien”, estima el Banco Mundial.  

Esta lenta recuperación se ve amenazada por otras dos tendencias que despiertan interrogantes sobre el curso del crecimiento económico: el aumento sin precedentes de la deuda a nivel mundial y la prolongada desaceleración del crecimiento de la productividad, que debe recuperarse para mejorar los niveles de vida y contribuir a la erradicación de la pobreza.  

Según lo previsto en el informe semestral Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial, este año el crecimiento mundial aumentará un 2,5 %, lo que representa un ligero repunte respecto del 2,4 % registrado en 2019, a medida que el comercio y la inversión se recuperen gradualmente. Se prevé que el crecimiento de las economías avanzadas en su conjunto disminuirá del 1,6 % al 1,4 %, debido principalmente a la persistente debilidad en las manufacturas. 

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El crecimiento se desaceleró en 2019, pero se espera que aumente entre 2020 y 2022.

El crecimiento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo se acelerará del 3,5 % registrado el año pasado al 4,1 %. 

Sin embargo, se anticipa que el repunte provendrá mayormente de un pequeño número de grandes economías emergentes que superarán el estancamiento económico o se estabilizarán tras salir de un período recesivo o turbulento. 

En muchas otras economías, se prevé que el crecimiento se desacelerará mientras las exportaciones y las exportaciones seguirán registrando un nivel deficiente.

Un aspecto preocupante de la tendencia de crecimiento lento es que, aun cuando las economías emergentes y en desarrollo se recuperen tal como está previsto, el crecimiento per cápita se mantendrá muy por debajo de los promedios a largo plazo y avanzará a un ritmo demasiado lento para alcanzar los objetivos de erradicación de la pobreza. 

De hecho, el crecimiento del ingreso será más lento en África al sur del Sahara, la región donde vive el 56% de los pobres del mundo. 

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El crecimiento del ingreso per cápita está rezagado respecto de los promedios a largo plazo.

Además, incluso este modesto repunte podría verse alterado por varias amenazas. Podría tener lugar una nueva escalada de conflictos en las relaciones comerciales.

Del mismo modo, una desaceleración mayor a la esperada en las principales economías como China, Estados Unidos o la zona del euro generaría amplias repercusiones.

El resurgimiento de las tensiones financieras en grandes mercados emergentes —como las que experimentaron Argentina y Turquía en 2018—, la escalada de las tensiones geopolíticas o una serie de fenómenos meteorológicos extremos podrían provocar efectos adversos en la actividad económica mundial.

Oleada de endeudamiento

Un aspecto que ensombrece las perspectivas es el hecho de que en los últimos 50 años se ha registrado la oleada de acumulación de deuda más grande, más rápida y más generalizada entre las economías emergentes y en desarrollo. 

La deuda total entre dichas economías trepó del 115 % del producto interno bruto (PIB) en 2010 a alrededor del 170 % del PIB en 2018. Los niveles de deuda también han aumentado en los países de ingreso bajo luego del marcado descenso registrado entre 2000 y 2010.

El endeudamiento público puede ser beneficioso e impulsar el desarrollo económico cuando se utiliza para financiar inversiones que promueven en desarrollo, por ejemplo, en infraestructura, atención de la salud y educación. La acumulación de deuda también puede servir para estabilizar la actividad económica durante las recesiones.

Sin embargo, las tres oleadas de acumulación de deuda anteriores acabaron mal: incumplimientos en el pago de deuda soberana a principios de los años ochenta; crisis financieras a fines de la década de 1990; la necesidad de importantes alivios de deuda en la década de 2000, y la crisis financiera mundial en 2008-09. Y si bien hoy en día algunos de los riesgos se ven mitigados por las bajas tasas de interés, el alto nivel de deuda conlleva riesgos significativos.

Puede llevar a que los países se tornen demasiado vulnerables a las conmociones externas, limitar la capacidad de los Gobiernos para contrarrestar las recesiones con estímulos fiscales y obstaculizar el crecimiento a largo plazo desalentando la inversión privada que mejora la productividad.

Si bien las perspectivas económicas mundiales para 2020 anticipan una frágil tendencia ascendente que podría verse alterada, existe un alto grado de incertidumbre respecto de las previsiones, debido a la imprevisibilidad que existe en torno a las políticas comerciales y de otro tipo.

Si los encargados de la formulación de políticas logran mitigar las tensiones y esclarecer las cuestiones no resueltas en varias esferas, podrán demostrar que el pronóstico estaba equivocado generando un crecimiento mayor que el previsto. 

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