Con un desempleo creciente, un subempleo para más de la mitad de población económicamente activa, y aumento del empleo infantil, se celebra hoy el día del Trabajador.
La “celebración” se remonta a finales del siglo XIX, no solo ocurre en Honduras. El primero de mayo es en varios países, el día en que conmemoran la lucha y los derechos de los trabajadores.
En 1886, en pleno apogeo industrial, fue cuando en Estados Unidos, hartos de jornadas interminables, los obreros y trabajadores comenzaron a reivindicar el derecho a la jornada laboral de ocho horas diarias. Un hecho que a día de hoy se asume como inamovible, pero que supuso una gran lucha de los empleados de fábricas y obreros de clase baja de la época.
Manifestación de Haymarket
En 1886, las jornadas laborales eran de 12 horas normalmente, hasta llegar a las 18 horas en algunos casos. Bajo la proclama: “Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”, se inició uno de los movimientos más importantes en la historia de los trabajadores de todo el mundo.
Fue entonces cuando la Federación Americana del trabajo decidió que, a partir del 1 de mayo de 1886, la jornada laboral sería de 8 horas. Para instaurar este nuevo horario, miles de protestas y huelgas se repitieron a lo largo de todo el territorio americano. Concretamente en ciudades como Chicago, donde muchas empresas no respetaban la nueva legislación de los trabajadores y sus horarios.
Una de esas manifestaciones fue la concentración que tuvo lugar en la plaza de Haymarket, en Chicago, el 4 de mayo de 1886. A pesar de que se trataba de una manifestación pacífica, la multitudinaria concentración acabó en tragedia: la detonación de un artefacto explosivo en el momento de máximo apogeo de la concentración se saldó con la muerte de seis policías y dejó a decenas de agentes heridos. La respuesta policial fue la de abrir fuego contra los manifestantes, causando 38 víctimas.
Los mártires de Chicago
Una vez se consiguió sofocar la revuelta, las consecuencias para algunos de los líderes sindicales y afiliados fueron terribles. Juzgados con penas de sentencia de muerte o cadena perpetua, a este grupo de sindicalistas se les pasó a conocer como los mártires de Chicago o Haymarket y en honor a ellos, en 1989, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional declaró el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores.