Casi 50 millones de personas en Latinoamérica usaron medios de pago digital en pandemia: BM

La mayoría, color naranja, usó una tarjeta, un teléfono móvil o Internet para realizar una compra solo en tiendas

Casi 50 millones de personas en América Latina y el Caribe utilizaron medios de pago digitales como teléfonos celulares, internet o tarjetas en comercios durante la pandemia. Un estudio del Banco Mundial indica que el 42% de los adultos en América Latina utiliza pagos digitales en comercios, y el 11% ha adoptado recientemente este formato de pagos en el marco de la COVID-19.

El estudio recopiló datos a nivel nacional de más de 14.000 adultos, de 15 años o más, en 14 economías de la región.

La llegada de la COVID-19 despertó la necesidad de proveer servicios de manera diferente. Un ejemplo es el uso de pagos digitales por parte de los gobiernos para proveer alivio financiero a los grupos más vulnerables. De la misma forma, los propios ciudadanos buscaron maneras de realizar transacciones en formatos seguros para cumplir las reglas de distanciamiento social.

Sin embargo, como todos los servicios digitales, la clave está en la conectividad. Menos del 50% de la población de América Latina cuenta con banda ancha de Internet fija. Además, apenas el 10% cuenta con una conexión de fibra óptica de alta calidad en el hogar.

Quién paga en efectivo y quién en formato digital

El estudio sugiere que algunos adultos se digitalizaron durante la pandemia, pero el alcance de la adopción digital difiere entre las economías regionales. Por ejemplo, el 38% de los adultos en Argentina y el 27% de los adultos en México, utilizaron un pago digital por primera vez durante la pandemia. Estos pagos incluyen transacciones en tiendas, transferencias gubernamentales o pensiones, pagos de facturas de servicios públicos o pagos de salarios.

En Argentina, Costa Rica, Perú y México, más de un tercio de las personas utiliza pagos digitales, al igual que la mitad de los adultos en Brasil y el 69% en Venezuela. Sin embargo, el estudio concluyó que hay diferencias, no solo de país en país, sino que también entre grupos en un mismo país. En México, por ejemplo, los hombres realizan pagos digitales casi dos veces más que las mujeres.

Incluso, hay diferencias entre los grupos según ingresos, ya que los adultos del 60% de los hogares más ricos utilizan más los pagos digitales en comercios. De la misma forma, en Colombia, México y Perú, alrededor de una quinta parte de los adultos más pobres utilizan los pagos en comercios digitales pero la proporción es dos a tres veces mayor entre los adultos más ricos.

Es importante mencionar que la adopción de estos métodos de pago podría terminar profundizando las desigualdades en el uso de los servicios financieros digitales. Ciertos grupos vulnerables como las mujeres, los adultos mayores y quienes viven en situación de pobreza se ven afectados de forma desproporcionada durante una crisis económica y, por lo general, no tienen identificación, cuentas bancarias o teléfonos móviles necesarios para adoptar el formato de pagos digitales.

¿Efectivo o pago digital?

Queda por ver si tanto las personas, como los gobiernos que adoptaron el formato de pagos digitales durante la pandemia de la COVID-19 seguirán utilizándolos a largo plazo. La encuesta arroja datos inciertos ya que la mitad de los usuarios preferirían seguir usando métodos de pago digitales, y la mitad preferiría volver al uso de dinero en efectivo.

En Costa Rica, dos tercios de los adultos que utilizaron los pagos digitales de los comercios por primera vez durante la pandemia preferirían seguir utilizando una tarjeta o un teléfono móvil; lo mismo ocurre con la mitad de los adultos en la República Dominicana, Nicaragua, Perú y Venezuela, y sólo un tercio de los adultos de Ecuador.

Sin bien la digitalización de servicios se amplió en pandemia por razones de seguridad y facilidad, la oferta y calidad de conexión a internet no crecieron al mismo ritmo. De no atenderse, esta situación derivará en una profundización de las desigualdades que afectarán tanto los pagos digitales, como la bancarización y el uso de servicios de los grupos más vulnerables.

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