La pérdida del producto mundial desde 2020 ronda los $3,3 billones
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, afirmó este jueves que el crecimiento global para 2024 será ligeramente más fuerte de lo esperado por la robusta actividad en Estados Unidos y de varias economías emergentes, pero que la actividad mundial es débil.
En un discurso que pronunció en el centro de pensamiento Atlantic Council, como preámbulo a las reuniones de primavera que el Fondo y el Banco Mundial celebrarán la próxima semana en Washington, la directora advirtió la necesidad de decisiones políticas.
“En un mundo de shocks más frecuentes y mayor incertidumbre, las buenas políticas son más necesarias que nunca. Elegir las políticas acertadas será lo que defina el futuro de la economía mundial”, dijo la ejecutiva.
Será lo que defina cómo será recordada esta década: ¿pasará a la historia como “los turbulentos años veinte”, una época de disrupciones y divergencias de los destinos económicos; o como “los tibios años veinte”, una época de crecimiento lento y descontento popular; o como “los transformativos años veinte”, es decir, años de rápidos avances tecnológicos para el bien de la humanidad?
Permítanme comenzar analizando la situación en la que nos encontramos hoy en día. En la nueva edición de Perspectivas de la economía mundial que presentaremos la próxima semana verán que el crecimiento mundial es marginalmente más fuerte gracias a la pujante actividad en Estados Unidos y muchas economías de mercados emergentes. La solidez del consumo de los hogares y la inversión empresarial y la disipación de los problemas en las cadenas de suministro han ayudado. Y la inflación está disminuyendo.
La resiliencia de la economía mundial, debida sobre todo a los sólidos fundamentos macroeconómicos sentados en los últimos años, está respaldada por mercados laborales vigorosos y por una fuerza de trabajo en expansión. La fortaleza de la oferta de mano de obra obedece en parte a la inmigración, que ayudó sobre todo a los países cuyas poblaciones están envejeciendo.
En general, los datos nos invitan a respirar con alivio. Hemos evitado una recesión mundial y un período de estanflación, que algunos habían presagiado.
Pero aún hay abundantes motivos de preocupación.
La coyuntura política mundial se ha tornado más complicada. Las tensiones geopolíticas incrementan los riesgos de fragmentación de la economía mundial. Y, como hemos visto en los últimos años, estamos viviendo en un mundo en el que se ha de esperar lo inesperado.
“La cruda realidad es que, desde una perspectiva histórica, la actividad mundial es débil y las perspectivas para el crecimiento han venido desacelerándose desde la crisis financiera mundial. La inflación no ha sido doblegada por completo. Las reservas fiscales están agotadas. Y la deuda ha aumentado, creando un enorme problema para las finanzas públicas en muchos países”, resumió la Directora del FMI.
Además, las secuelas de la pandemia aún están con nosotros. “La pérdida del producto mundial desde 2020 ronda los USD 3,3 billones, y los costos recaen de forma desproporcionada sobre los países más vulnerables”, apuntó
Y observamos una creciente divergencia dentro y entre los grupos de países.
La causa principal del crecimiento más flojo es una desaceleración considerable y generalizada de la productividad, que según nuestro análisis representa más de la mitad de la desaceleración del crecimiento en las economías avanzadas y de mercados emergentes, y casi la totalidad de la observada en los países de ingreso bajo.
Como resultado, nuestras perspectivas a mediano plazo para el crecimiento permanecen por debajo de la media histórica, apenas por encima de 3%.
Si no se rectifica el rumbo, sin duda estaremos camino de unos “tibios años veinte”, una década mediocre y decepcionante, sentenció.