En la actualización de julio de Perspectivas de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja la proyección para el crecimiento mundial a 3,2% en 2019 y 3,5% en 2020.
Se trata de revisiones moderadas de 0,1 puntos porcentuales en ambos años con respecto a las proyecciones de abril, pero que se suman a previas revisiones importantes a la baja.
La revisión para 2019 se debe a sorpresas negativas en el crecimiento de economías de mercados emergentes y en desarrollo, que neutralizan las sorpresas positivas registradas en algunas economías avanzadas.
Se proyecta que el crecimiento se afiance entre 2019 y 2020. Sin embargo, cerca del 70% del aumento depende de que el crecimiento mejore en las economías de mercados emergentes y en desarrollo que están sometidas a tensiones, lo que implica un alto grado de incertidumbre.
Mayor caída para Latinoamérica
La revisión muestra una mejora para Estados Unidos y Japón (1,8 y 1,9%, respectivamente), pero la mayor caída se daría en América Latina y el Caribe, con una drástica rebaja de 0,8 puntos respecto del último estudio.
Con esto el pronóstico para 2019 pasaría del 1,4% fijado el pasado abril al 0,6% del nuevo informe, unos resultados que el FMI calificó de “decepcionantes”.
Detrás de estas tendencias globales el organismo destacó la existencia de factores más transversales y de mayor calado como son el debilitamiento de la demanda final, especialmente en la inversión fija, así como el aumento del peso del sector servicios sobre las manufacturas, un proceso que comenzó en 2018 y aún continúa.
Esto se traduce, señala Gita Gopinath economista jefa del FMI, en la decisión tanto de las empresas como de los particulares de evitar inversiones a largo plazo, especialmente por la elevada incertidumbre económica, que ha debilitado las cifras del comercio internacional, sobre todo en los países emergentes de Asia.
Para resolver esta encrucijada y ante el temor de que las predicciones para el 2020 se trunquen, el FMI alentó a los estados a “calibrar de manera apropiada sus políticas macroeconómicas” para “estabilizar y reforzar los pilares de la recuperación”.
Para ello, destacaron la importancia de dos puntos: “reducir las tensiones en el comercio y la tecnología” y “resolver las incertidumbres generadas por los cambios en los grandes acuerdos comerciales internacionales”, incluyendo aquellos entre el Reino Unido y Europa, así como entre Canadá, México y Estados Unidos.