En Centroamérica la baja sería del 47%, debido a la pandemia
En 2019, ingresaron 160.721 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa (IED) a Latinoamérica y representaron el 3,2% del PIB regional. Este año, por efectos de la pandemia del Covid-19, se esperan menos de 80.000 millones de dólares en flujos de IED.
Así lo estima la última revisión de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2020“. El informe también advierten de un retroceso de 10 años en las economías y un aumento de la pobreza.
“En 2020 se presenta un escenario mucho más complejo para el mundo y para la región. Los resultados alcanzados en la década de 2010 ya planteaban la necesidad de repensar el rol de la IED para apoyar procesos sostenidos de crecimiento en un contexto de mayor equidad social y sostenibilidad ambiental”.
En efecto, el panorama es muy incierto y las perspectivas dependen de la duración de la crisis sanitaria y de la eficacia de las intervenciones de políticas públicas para mitigar los efectos económicos de la pandemia.
“En este contexto, se estima que la IED mundial presentará una caída del 40% en 2020 y de entre el 5% y el 10% en 2021”.
Las perspectivas de la IED en América Latina y el Caribe son bastante negativas. La información oficial de 2020, que en el caso de algunos países incluye hasta el tercer trimestre y en el de otros hasta el segundo, muestra una disminución de la IED del 36% en comparación con la registrada en igual período de 2019.
Las caídas son bastante más pronunciadas en el caso del Perú (-72%), así como en el de Colombia (-50%), el Brasil (-45%), la Argentina (-35%) y Chile (-33%), y bastante menores en México (-6%).
“El impacto de la pandemia, las restricciones a la movilidad de las personas y la crisis económica se han profundizado a lo largo del año, lo que hace prever que el valor final de la IED en 2020 presentará, en comparación con 2019, una caída superior a la que indican los datos de la primera mitad del año”, destaca el informe.
Esto ha llevado a estimar que las entradas de inversión extranjera para el conjunto de América Latina y el Caribe, tendrían una caída que varía entre un 45% y un 55%, estima la Cepal.
Siete sectores claves para “transformar”
La Secretaría Ejecutiva, Alicia Bárcena, recordó que la CEPAL ha identificado siete sectores dinamizadores que tienen un papel estratégico porque promueven el cambio técnico, generan empleos y reducen la restricción externa y la huella ambiental.
Estos sectores, que podrían verse apuntalados por la IED, son: la transformación de la matriz energética con base en las energías renovables; la movilidad sostenible y los espacios urbanos; la revolución digital para la sostenibilidad; la industria manufacturera de la salud; la bioeconomía, es decir, la sostenibilidad basada en recursos biológicos y ecosistemas naturales; la economía circular; y el turismo sostenible.
Sin embargo, antes los países de la región deben transformar el modelo de desarrollo.
Los aportes que ha hecho la IED en la región han sido relevantes, como complemento de la inversión nacional y fuente de nuevos capitales, así como para la expansión de actividades exportadoras y el desarrollo de la industria automotriz, las telecomunicaciones, algunos segmentos de la economía digital y también de sectores que hoy adquieren una importancia estratégica en el contexto de la pandemia, como es el caso de las industrias farmacéutica y de dispositivos médicos.
Sin embargo, los problemas estructurales de las economías de la región y los nuevos escenarios internacionales hacen necesario que también la IED y las políticas para promoverla sean parte de un proyecto más amplio que impulse un cambio estructural progresivo, “es decir, un cambio que permita aumentar la productividad y lograr la inclusión social, la igualdad y una creciente sostenibilidad ambiental”.
Para que la IED sea parte de esta visión de política industrial no se requiere
simplemente ofrecer las condiciones para que lleguen capitales extranjeros, sino que es necesario crear las condiciones para que los capitales se vuelvan fuentes generadoras de mayor productividad, innovación y tecnología, y para que se orienten hacia un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible.
En relación con los mecanismos para la implementación de las políticas, es importante considerar que la dinámica de la especialización productiva está ligada a los incentivos que definen cómo se asignan las inversiones. Por tanto, se necesita consenso (entre los actores públicos y privados y, de forma más general, en la sociedad en su conjunto) sobre cuáles serán los objetivos prioritarios, además de un liderazgo claro y definido por parte del Estado.