Alejandra Arguedas, Socia de impuestos Deloitte Honduras para DineroHN
El ciclo de vida de los negocios es sumamente cambiante e incierto hasta cierto punto, porque depende de múltiples factores que en muchas ocasiones son externos. Este ambiente cambiante puede incidir en muchas áreas operativas de las empresas, sin embargo, una que puede verse impactada de manera directa es la relacionada con la materia tributaria.
Por esta razón, las empresas, y en general los contribuyentes, deben implementar un plan que les permita no solo llevar un monitoreo constante de su gestión fiscal, sino que, además, puedan establecer medidas que les permitan controlar la misma, de manera que puedan ajustarse a ese ambiente cambiante, pero sobre todo, evitar sobresaltos que puedan poner en riesgo su negocio.
La gestión fiscal preventiva, podría definirse como aquella tendencia que busca identificar, mitigar o atender, aquellos puntos dentro de la operación, que pueden convertirse en focos de contingencias fiscales o que pongan en peligro algún beneficio fiscal. Esta visión más preventiva que paliativa, busca adelantarse a los potenciales cuestionamientos de las diferentes autoridades tributarias y aprovechar de manera adecuada las reglas fiscales que estén vigentes, brindándoles a los tomadores de decisión de las empresas, mayor confianza y estabilidad en sus negocios.
Resulta entonces importante, entender cómo desarrollar un plan de gestión fiscal para su empresa. En primer lugar, se debe desarrollar un diagnóstico, una radiografía, que permita medir el grado de madurez que tiene la empresa en términos tributarios. Esta madurez podría ser medida según el grado de aplicación de la normativa tributaria en el día a día de la gestión contable, verificando si en la empresa se aplican las reglas fiscales que están contenidas en diferentes leyes, decretos y reglamentos. Muchas veces las empresas pasan por alto las reglas fiscales, porque pueden ser confusas o porque las consideran desactualizadas. Sin embargo, desconocer o desaplicar dichas reglas, es en muchos casos, la razón que genera revisiones e incluso ajustes por parte de las autoridades.
Una vez que se cuenta con el diagnóstico se puede llevar a cabo la matriz de riesgo y oportunidades. En este punto se deberán diseñar aquellas propuestas y políticas para atender los hallazgos que generen contingencias fiscales a la empresa, así como, las alternativas que ofrezcan un ahorro fiscal. Sobre este punto señalamos algunas de las áreas que generalmente se desarrollan:
- Activos. Tratamiento de activos fijos, intangibles y casos especiales que podrían ser activos disfrazados de gastos. Se identifican errores conceptuales, errores de cálculo y se determinan opciones de eficiencia fiscal.
- Gastos. Se reestructura el modelo de gestión financiera para adecuarlo a las reglas y funcionalidades de la legislación fiscal.
- Ingresos no habituales. Validación del correcto registro contable de estos ingresos, evitando cargas tributarias adicionales o aplicando tarifas preferentes.
- Operaciones del grupo económico. Los procesos de reestructuración empresarial pueden generar oportunidades para mitigar focos de contingencias y de esta manera, arrancar la nueva etapa del negocio de una manera más eficiente.
- Tributación internacional. las empresas no deben dejar de lado, las tendencias internacionales en torno a la gestión de tributos porque, aunque su aplicación podría no tener un impacto local determinante, el efecto que puede tener a nivel de grupo sí podría ser significativo.
Un adecuado análisis de los puntos anteriores, así como otros más que las empresas pueden identificar, según su giro de negocio, pueden ofrecer soluciones fiscales interesantes que mejoren el desempeño de dichas organizaciones.
Este tipo de estudios no deberían pensarse solamente en momentos donde la empresa esté pasando por tiempo difíciles, ni ser vistos como una opción de salvamento. Por el contrario, en tiempos de estabilidad e incluso de bonanza económica, es cuando más se debería pensar en los procesos de gestión fiscal preventiva, como un mecanismo de consolidación del negocio e incluso de expansión más sólida y robusta.