La agencia calificadora de riesgo Fitch Ratings afirmó la calificación de emisor de deuda de largo plazo de El Salvador en ‘B-‘ con perspectiva negativa. La perspectiva negativa refleja el deterioro en las métricas de sostenibilidad de la deuda del vecino país como resultado de la contracción de 2020 asociada con la pandemia covid-19.
Además influyen los déficits fiscales en 2020-21, así como las restricciones de financiamiento derivadas de una mayor dependencia de la deuda a corto plazo, el alcance limitado de financiamiento local adicional, financiamiento del mercado y vulnerabilidad al deterioro de las condiciones de financiamiento del mercado externo.
Sin embargo, la agencia considera que la financiación multilateral y los posibles recursos del Fondo Monetario Internacional aliviarán las limitaciones de los préstamos este año.
El Salvador registró un déficit fiscal en 2020 de 10.1 % del producto interno bruto; la respuesta de atención a la pandemia del Gobierno fue por $1.400 millones (equivalente a 6 % del PIB), incluidas las transferencias de efectivo y el aumento de los gastos relacionados con la salud, mientras que los ingresos cayeron un 6 % en términos absolutos, pero en realidad aumentaron en términos de PIB dada la contracción económica.
Fitch espera que el déficit se reduzca al 7.5 % del PIB en 2021, debido a un aumento cíclico de los ingresos y un menor gasto relacionado con la pandemia. Se espera que el déficit caiga al 4.9 % del PIB en 2022.
“El gobierno ha delineado medidas de ajuste fiscal del 4 % del PIB en un horizonte de tres años mediante reducciones en el gasto (2 % del PIB) y aumentos en los ingresos, en parte en nuevos impuestos y en parte mediante mejoras en la administración tributaria (2 % del PIB) como parte de un posible acuerdo con el FMI”, señala el informe.
No obstante, existen “importantes riesgos” de implementación en torno a las medidas de consolidación fiscal.
Entre los factores que podrían, individual o colectivamente, llevar a una acción de calificación negativa o rebaja están: un fuerte aumento de las restricciones financieras; por ejemplo, debido a la imposibilidad de obtener financiamiento adecuado de organismos multilaterales u otras fuentes de financiamiento, deterioro de las perspectivas de consolidación fiscal o de crecimiento que impactan negativamente en la sostenibilidad de la deuda.