Honduras se mantiene en la lista de “países críticos”, señala el organismo
La inseguridad alimentaria aguda se deteriorará aún más en 22 países, en los que se prevé que aumente de magnitud y gravedad en los próximos seis meses, alertaron este lunes la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Afganistán, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen se mantienen en el mayor nivel de alerta y a ellos se suman Haití, Burkina Faso, Mali y Sudán, según el informe publicado hoy relativo a las perspectivas de los llamados “hotspots” o puntos críticos del hambre, en el periodo de junio a noviembre de 2023.
En América Latina, además de Haití, se han agregado a la lista de países con hambre El Salvador y Nicaragua, mientras que Guatemala y Honduras siguen siendo países críticos.
Desde el último informe de septiembre del 2022 de las agencias mundiales especializadas en alimentos y, consiguientemente, en el hambre, a la nómina se han agregado Líbano y Malawi, además de las dos naciones centroamericanas.
Esto se debe a las severas restricciones de movimiento de personas y bienes en Haití, así como en Burkina Faso y Malí. A ellas se suma el reciente estallido del conflicto en Sudán, donde existe el riesgo de que la crisis se extienda. Mientras, la situación sigue siendo preocupante en Pakistán, la República Centroafricana, Etiopía, Kenia, la República Democrática del Congo y Siria. El informe también contiene en esta edición una advertencia a Myanmar.
Todos estos “hotspots” (regiones amenazadas) tienen un alto número de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda crítica, junto con factores que empeoran y que se espera que intensifiquen aún más las condiciones que amenazan la vida en los próximos meses.
“El deterioro de la inseguridad alimentaria aguda en los focos de hambre se produce en el contexto de una crisis alimentaria mundial”, explica el informe, pero además “es probable que los nuevos conflictos emergentes, en particular el estallido del conflicto en Sudán, impulsen las tendencias mundiales de conflicto y afecten a varios países vecinos”.
En esta situación también influirá la desaceleración de las economías en 2023 y que, a pesar de un año de relajación de los precios internacionales de los alimentos, los precios internos siguen siendo altos, lo que provocará una reducción general del apoyo de los donantes para compensar el hambre mundial. A esto se unirán los fenómenos meteorológicos extremos previsto, como fuertes lluvias, tormentas tropicales, ciclones, inundaciones, sequías.
Las perspectivas “sugieren una probabilidad del 82% de que las condiciones de El Niño comiencen en el período mayo-julio de 2023, con implicaciones significativas para varios puntos críticos de hambre”.
Por ello los organismos de la ONU piden “asistencia urgente y ampliada en los 18 puntos críticos de hambre para proteger los medios de vida y aumentar el acceso a los alimentos” pues “esto es fundamental para evitar un mayor deterioro de la inseguridad alimentaria aguda y la malnutrición”.
“Nos encontramos en un punto crucial en el que debemos analizar cómo estamos respondiendo. Los medios de subsistencia de la población rural no sólo son su mayor defensa contra el hambre y la malnutrición, sino que apoyarlos en el marco de la respuesta humanitaria inmediata es rentable e impactante”, dijo Rein Paulsen, director de la Oficina de Emergencias y Resiliencia de la FAO.
Según los últimos datos, 158 millones de personas reciben en la actualidad asistencia alimentaria del programa mundial que manejan las agencias de Naciones Unidas.