Mariano Moszoro/Mauricio Soto/DineroHN
Las carreteras de alta velocidad que pueden transportar bienes a clientes en mercados lejanos aumentan la productividad, reducen la pobreza y contribuyen de manera importante al desarrollo económico sostenible e inclusivo. Esta es la razón por la que los economistas dedican tiempo a tratar de evaluar el estado de las carreteras del mundo a través de encuestas y similares.
El personal del FMI ha desarrollado una medida novedosa de la calidad de las carreteras en 162 países utilizando Google Maps para determinar el tiempo medio, o promedio, que lleva conducir entre grandes ciudades que están separadas por al menos 80 kilómetros (50 millas).
Las carreteras más rápidas del mundo se encuentran en las economías más ricas, como Estados Unidos, Portugal, Arabia Saudita y Canadá. Los caminos más lentos se encuentran en los países más pobres, otro obstáculo para el crecimiento inclusivo. Una versión interactiva del mapa se puede ver aquí.
Por ejemplo, en Estados Unidos la velocidad media es de “107 kilómetros por hora” y en México de 90 kmh, mientras en Honduras es de 57 kmh. La situación no es mejor para los países centroamericanos con El Salvador en un promedio de 56 kmh, Costa Rica 55, Guatemala 53 kmh y Nicaragua 43 kmh. En Suramérica también hay rezagos en Colombia, Ecuador, Guyana y Bolivia.
Una métrica simple
Las velocidades promedio son fáciles de calcular y simples de monitorear con frecuencia. Esto los convierte en un complemento económico para otras métricas de conectividad que se basan en satélites o encuestas. Nuestra investigación muestra que la calidad de las carreteras está altamente relacionada con los tiempos de viaje.
Es difícil destilar la calidad de las carreteras en una sola estadística. Por ejemplo, la velocidad no captura la seguridad vial, la disponibilidad de formas alternativas de transporte como el ferrocarril, o la congestión durante las horas pico o las temporadas (cuando los agricultores pueden tomar las carreteras a la vez para llevar sus productos a los mercados). Además, es posible que no capturen por completo los desafíos de ingeniería de construir carreteras de calidad en terrenos diversos y difíciles.
No obstante, esta métrica simple puede ayudar a los responsables de la formulación de políticas y los planificadores a evaluar su infraestructura vial en relación con países pares y el valor de futuras inversiones viales. También se puede ampliar fácilmente para monitorear velocidades en caminos más pequeños que pueden ser críticos para muchos en áreas rurales. Esto puede ayudar a los países a diseñar políticas para superar los cuellos de botella en las carreteras y mejorar su competitividad al mover personas y bienes con mayor rapidez.