En 2022, las Américas experimentaron un aumento significativo en los niveles de criminalidad, afectando a todas las regiones del continente. En el punto álgido de la pandemia de COVID-19, las estrictas medidas de confinamiento y las restricciones a la movilidad habían interrumpido las actividades ilícitas y reducido los ingresos procedentes de la venta de drogas.
Pero los grupos del crimen organizado se adaptaron rápidamente y cambiaron su enfoque hacia otras actividades criminales, incluida la extorsión, el cibercrimen y el comercio en el mercado negro de bienes esenciales, señala el índice Mundial del Crimen en 2023, elaboradora por Global Initiative.
(VEA: Índice de criminalidad mundial sigue creciendo y Honduras se ubica en la posición 13)
“Centroamérica ocupa la primera posición a nivel mundial en extorsión y crimen organizado de protección, con una puntuación de 6,38. La capacidad de los delincuentes para infundir miedo y emplear la amenaza de daño es lo que impulsa este mercado en particular. La extorsión y el crimen organizado por protección han sido utilizados durante mucho tiempo como estrategia y modelo de negocio por parte de los grupos del crimen organizado”, señala el informe.
En muchos casos, las víctimas que no pueden cumplir con las demandas de extorsión se ven obligadas a desplazarse, lo que aumenta su vulnerabilidad a otros mercados criminales, específicamente la trata y el contrabando de personas. En toda América, estos dos mercados criminales tienen una influencia moderada en la sociedad, con una puntuación continental promedio de 5,53 (+0,34) para la trata de personas y 4,99 (+0,51) para el tráfico de personas.
México ocupa la primera posición en las Américas tanto en trata como en contrabando de personas, con puntuaciones respectivas de 8,0 y 9,0. El país es un vínculo crucial entre América del Norte y los estados centroamericanos de Guatemala, El Salvador y Honduras, para las víctimas de trata de toda la región.
Colombia sigue de cerca a México, ocupando el segundo lugar en las Américas en trata de personas (8,0) y tráfico de personas (7,50). El Tapón del Darién, una remota región selvática en la frontera entre Colombia y Panamá, presenta importantes peligros para los migrantes que se dirigen a Estados Unidos.
Estos migrantes, que provienen principalmente de Venezuela y otras partes de América del Sur, enfrentan importantes dificultades físicas en esta ruta, además de la violencia y la influencia autoritaria de redes criminales, como el notorio Clan del Golfo. Las redes locales y transnacionales facilitan el tráfico de migrantes, y la explotación persiste a lo largo de la ruta.