El mercado de la energía eléctrica en América Latina se inclina hacia las energías renovables, en torno al 60% (37% de la capacidad en energía hidroeléctrica, 14% en energía eólica y 10% en energía solar), mientras que la participación en el mercado global es de 37% en energía hidroeléctrica, eólica y solar combinadas, según un informe de Standard and Poor´s.
Sin embargo, observamos una matriz energética heterogénea en toda la región, que va desde los 115 gigavatios (GW) de capacidad hidroeléctrica de Brasil (57% de la matriz) a los 38 GW de capacidad de gas natural de México (55% de la matriz), lo que conduce a una trayectoria de transición energética diferenciada para cada país.
Consideramos que la capacidad cada vez más intermitente de estas fuentes no convencionales contribuirá a exacerbar la restricción en la región, especialmente, en Chile, México y Brasil. Seguimos observando los requerimientos y la capacidad de losmarcos regulatorios para incorporar en cada base regulatoria de activos y trasladar a las tarifas de energía eléctrica las inversiones previstas destinadas a mejorar las redes de distribución.
Esperamos que las condiciones hidrológicas, así como los precios del petróleo y del gas, se mantengan como los principales motores de los precios de la energía eléctrica en América Latina. Esto se basa en nuestra expectativa de que la composición del sector de la energía eléctrica se mantendrá estable durante los próximos 12 meses en la mayoría de los países de la región.
Un fenómeno climático fuerte —La Niña, cuyo inicio se esperaba para septiembre anterior —puede tener efectos diversos en los países de América Latina. Ocurrió lo contrario con El Niño, que alivió los precios del mercado spot en Brasil y Chile, y los elevó en Colombia y Perú. Los precios del petróleo deberían mantenerse volátiles mientras continúen los riesgos geopolíticos.
A largo plazo, proyectamos que la transición hacia más energías renovables no convencionales se acelerará y hará que los precios globales disminuyan y luego se estabilicen en toda la región. Sin embargo, consideramos que la volatilidad del crecimiento económico y el contexto político podrían retrasar las inversiones y las nuevas incorporaciones de energías renovables, con lo que se pospondría la obtención de precios de equilibrio según el objetivo de cada país.