Los fondos de pensiones, aseguradoras y ‘hedge funds’ gestionan el 50% de los activos financieros globales
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha endurecido sus advertencias sobre la industria financiera no bancaria (IFNB), la banca en la sombra, que ya representa casi el 50% de la financiación mundial y de cuya resistencia ante el alza de tipos de interés depende la estabilidad financiera mundial.
La banca en la sombra, término bajo el que se agrupan a los fondos de pensiones, compañías aseguradoras y fondos de cobertura (hedge funds) gestiona ya 239 billones de dólares. Durante años el negocio de este tipo de firmas se ha visto favorecido por tipos de interés ultralaxos y una liquidez a raudales, pero el FMI advierte que las recientes tensiones de Silicon Valley Bank y Signature Bank en Estados Unidos, y el colapso de Credit Suisse en Europa y su fusión a toda prisa con UBS “son un poderoso recordatorio de las elevadas vulnerabilidades financieras acumuladas a lo largo de años de tipos bajos”.
Unos riesgos que, según el informe, “podrían intensificarse en los próximos meses, en un contexto de endurecimiento continuo de la política monetaria a escala mundial”.
El FMI reconoce que las vulnerabilidades de esta industria se han incrementado en la última década y que tienen a resurgir en momentos en los que se ligan a un elevado apalancamiento –como el actual–.
Más allá, el FMI comenta que “los elevados niveles de interconexión entre la industria financiera no bancaria y la banca tradicional puede llegar a convertirse en un canal crucial de amplificación de las tensiones financieras”. Una tensión que ya fue palpable el pasado mes de octubre, cuando la escalada de los rendimientos de la deuda soberana británica provocó un terremoto financiero que se llevó por delante a la por entonces primera ministra, Liss Truss.
La clave de las turbulencias estuvo entonces en las coberturas utilizadas por los fondos de pensiones de Reino Unido para cubrirse ante la posible depreciación de los bonos en los que invertían. Para cubrir las coberturas, los fondos tuvieron que vender deuda, elevando aún más su rendimiento.
El FMI ve necesario elevar la vigilancia, regulación y supervisión sobre la banca en la sombra y que las autoridades reduzcan algunas “lagunas” sobre el apalancamiento de estas entidades y el uso de derivados financieros. El organismo se muestra incluso a favor de fijar requisitos de capital y liquidez para estas firmas ya que, apunta, así tomarían menos riesgos y se reduciría “la necesidad y la frecuencia de la intervención de los bancos centrales para proporcionar liquidez en caso de crisis sistémica”.
Más allá, apunta que llegado el caso de que los bancos centrales tuvieran que intervenir, esa inyección en el mercado debe tener carácter temporal; la ayuda prestada debe realizarse a un tipo de interés elevado y regido por una mayor vigilancia, y debe tener un calendario claro para su devolución.