Esta semana el Fondo Monetario Internacional presentará las nuevas perspectivas económicas y su Directora, Kristalina Georgieva, adelantó que serán “más sombrías” por los mayores riesgos de recesión y advirtió una pérdida de la producción mundial de “cuatro billones de dólares de acá al 2026”.
La Jefa del FMI, adelantó que bajarán (este martes) la proyección de crecimiento global para el 2023 (2,9% en la última revisión), y pidió a los gobiernos que se concentran en tres objetivos prioritarios, siendo el primero “no aflojar hasta conseguir reducir la inflación“.
En su discurso en la Universidad de Georgetown, Washington, la Directora del FMI, dijo que “en menos de tres años no hemos hecho sino afrontar un shock tras otro”. Primero, la COVID. Luego, la invasión rusa de Ucrania, y catástrofes climáticas en todos los continentes.
Estos shocks han infligido un daño inconmensurable a la vida de las personas. Su efecto conjunto impulsa el incremento de precios a escala mundial, en especial de los alimentos y la energía, y provoca una crisis del costo de vida, añadió.
Lidiar con estos shocks es más difícil a causa de la fragmentación geopolítica.
¿Qué podemos hacer para evitar que este período de fragilidad elevada se convierta en una “nueva normalidad” peligrosa?, cuestionó. Ante todo, debemos estabilizar la economía mundial, abordando los retos más inmediatos.
“Por esta razón, desde el FMI instamos a que se adopten medidas en forma temprana y conjunta para replantear la situación y reconsiderar la aplicación de una nueva forma de pensar, más proactiva y precautoria que en el pasado. También reclamamos una mayor voluntad para actuar de forma inmediata y conjunta”, destacó.
Este será el eje central de las Reuniones Anuales con los 190 países miembros de esta semana.
Perspectivas más sombrías
Recordó que han revisado a la baja tres veces las proyecciones de crecimiento, hasta solo 3,2% en 2022 y 2,9% en 2023. “Como verán en el informe Perspectivas de la economía mundial”, que se actualizará esta semana, “volveremos a revisar a la baja el crecimiento para el año que viene”.
Asimismo, señalaremos que los riesgos de recesión están aumentando. Según nuestras estimaciones, en países que representan aproximadamente una tercera parte de la economía mundial, se registrarán un mínimo de dos trimestres consecutivos de contracción este año o el año que viene. “Además, incluso aunque el crecimiento sea positivo, parecerá una recesión debido a la disminución de los ingresos reales y al aumento de los precios”.
“En términos generales, esperamos una pérdida de producto mundial de aproximadamente USD 4 billones entre ahora y 2026. Esto equivale al tamaño de la economía alemana y supone un duro revés para la economía mundial”, advirtió.
Además, es más probable que vaya a peor que a mejor. La incertidumbre sigue siendo sumamente alta en un contexto de guerra y pandemia. Podrían producirse incluso más shocks económicos. Los riesgos para la estabilidad financiera están en alza: la revaloración rápida y desordenada de los activos podría verse ampliada por vulnerabilidades existentes, como el elevado nivel de deuda soberana y los problemas de liquidez en segmentos clave del mercado financiero.
Las tres prioridades del FMI
Así pues, ¿de qué modo pueden las autoridades estabilizar la economía? Nos centramos en tres prioridades, dijo: “En primer lugar, no aflojar hasta conseguir reducir la inflación. Un paso en falso en la aplicación de políticas puede pagarse muy caro”, apuntó-
Un endurecimiento insuficiente haría que la inflación se desancle y arraigue, y esto obligaría a situar las tasas de interés en niveles mucho más altos y sostenidos en el futuro, causando enormes daños al crecimiento y a las personas.
Por otro lado, endurecer la política monetaria en exceso y con demasiada rapidez —y hacerlo de forma sincronizada en distintos países— podría empujar a muchas economías a una recesión prolongada.
La segunda es aplicar una política fiscal responsable, que proteja a los grupos vulnerables sin avivar la inflación.
Ante la gravedad de la crisis del costo de la vida, los gobiernos deben desplegar medidas fiscales no meramente temporales, sino también focalizadas con enorme precisión en los hogares de más bajo ingreso.
Allí donde probablemente persistan los elevados precios de la energía, los gobiernos podrían proporcionar ayudas directas a familias de ingresos medianos y bajos, y reducir al mínimo el uso de los controles de precios. “Sabemos que regular los precios durante un largo período de tiempo es costoso, y poco eficaz”, opinó.
Es esencial evitar un apoyo fiscal indiscriminado, puesto que si se hace sobre una base amplia, el impulso que daría a la demanda complicaría todavía más la lucha contra la inflación. Dicho de otra forma: si la política monetaria está apretando el freno, no puede ser que la política fiscal apriete el acelerador. De ser así, el camino sería muy duro y peligroso.
Nuestra tercera prioridad son las iniciativas conjuntas de apoyo a las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
“La probabilidad de que los mercados emergentes registren salidas de inversiones de cartera en los próximos tres trimestres ha aumentado hasta 40%, lo cual podría plantear serias dificultades a los países con importantes necesidades de financiamiento externo”, enfatizó.
Mantener la flexibilidad cambiaria tendrá efectos positivos, pero los países también se verían beneficiados por un planteamiento más proactivo y la adopción de medidas precautorias antes de que estalle una crisis.
En un entorno tal, muchos países necesitan también ayuda para lidiar con la deuda, impulsada al alza por la crisis de la COVID. Este problema es particularmente complejo en el mundo en desarrollo. Más de una cuarta parte de las economías emergentes han incumplido los pagos o han tenido bonos operando en niveles que denotan tensión, y más del 60% de los países de bajo ingreso se encuentran en una situación crítica por sobreendeudamiento o corren un gran riesgo de caer en ella.
Para reducir el riesgo de que se produzcan crisis de endeudamiento, Georgieva le recuerda a los grandes acreedores, como China y el sector privado, que tienen la responsabilidad de actuar. “El propósito del Marco Común del G-20 es brindar apoyo a la resolución de la deuda en países de ingreso bajo. De todos modos, este proceso debe ser más rápido y previsible”, agregó.