Países asiáticos los que más arrojan plástico al mar

China, Filipinas e India son los países que más arrojan plástico a los océanos. Desde estos países se originaron cerca de 5.1 millones de toneladas que terminaron en los mares entre 2010 y 2019. Siete de los diez países principales en este antiranking están en Asia, lo que subraya el papel central de ese continente en la crisis mundial de los plásticos arrojados al océano.

En 1907, el belga ganador del Premio Nobel en Química, Leo Hendrick Baekeland (1863-1944), creó la primera sustancia de plástico sintética: la baquelita. Medio siglo después, en los años cincuenta, estas fibras comenzaron a producirse masivamente. Desde entonces, la producción de plástico ha crecido exponencialmente.

Hoy es difícil encontrar un producto que no contenga plástico y se estima que 50% de ellos están destinados a un solo uso.

Un problema global con epicentro en Asia

En la última década, la contaminación por plástico se ha convertido en uno de los problemas ambientales más visibles. Cada año, millones de toneladas llegan al océano, afectando la vida marina, las comunidades costeras y los ecosistemas.

La clasificación elaborada por The Global Plastic Hub, con base en datos de Naciones Unidas, muestra los países responsables de la mayor fuga acumulada de residuos plásticos mal gestionados que terminaron en las playas entre 2010 y 2019.

A los primeros tres países les siguen: Brasil (639.665 toneladas), Indonesia (599.020 toneladas), Nigeria (496.841 toneladas), Vietnam (484.457 toneladas), Turquía (354.441 toneladas), Tailandia (338.685 toneladas) y Malasia (332.756 toneladas).

El rápido crecimiento económico, la urbanización y los sistemas inadecuados de gestión de residuos explican las cifras de los países asiáticos.

Los desechos plásticos pueden viajar miles de kilómetros, impulsados por corrientes, mareas y viento. El caso más visible es la Gran Isla de Basura del Pacífico, un remolino de residuos entre California y Hawái, que acumula plástico de Asia, Norteamérica y Sudamérica, en un área de 1,6 millones de km².

El costo económico global de esta contaminación se estima entre $6.000 millones y $19.000 millones al año. Prevenir los vertidos en 38 países de la Ocde, junto con los diez principales emisores de Asia y África, requeriría inversiones por más de US$86.000 millones.

Consecuencias

El costo de no actuar es mucho mayor: entre los impactos más graves se encuentran la ingestión de plásticos por parte de organismos marinos, el enmallamiento de animales y los riesgos para buceadores y nadadores.

Una revisión de Gall y Thompson (2015) halló que 693 especies marinas ya se ven afectadas, y un 17% de ellas están en riesgo según la lista roja de especies amenazadas. Esto compromete no solo la biodiversidad marina, sino también la subsistencia de comunidades costeras enteras.

Durante la COP en Cali, António Guterres, Secretario General de la ONU, advirtió: “Nos estamos ahogando en plástico. Cada año, la humanidad produce más de 460 millones de toneladas métricas de plástico. La mitad está diseñada para un solo uso: se utiliza una vez y se desecha. Para 2050, podría haber más plástico que peces en el océano”.

De acuerdo con investigadores, la salida más inmediata —especialmente en países con mayores recursos económicos— es el desarrollo de sistemas más eficientes de gestión y tratamiento de residuos.

Pero ninguna solución será efectiva sin una reducción en la producción y el uso del plástico en origen. La reutilización y la sustitución de materiales son pasos urgentes.

A largo plazo, la meta es una economía circular del plástico, donde los productos se fabriquen a partir de materiales reciclados y, a su vez, sean reciclables. Reducir el concepto mismo de residuo es clave para evitar que el océano siga siendo un vertedero global.

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