Unas nueve firmas del sector financiero de Estados Unidos, entre las que se incluyen bancos como Morgan Stanley, o firmas de inversión como Fidelity, han logrado luz verde del regulador de los mercados (SEC) para lanzar una plataforma de intercambio de valores de bajo coste que se presenta como una alternativa a la Bolsa de Nueva York (Nyse) y el Nasdaq.
La Bolsa se denomina Members Exchange (Memx) y trata de aprovecharse de las nuevas tecnologías para simplificar las operaciones y, por tanto, reducir los costes.
Según sus impulsores, que representan a varios de los mayores operadores de acciones del país, “la misión de Memx es aumentar la competencia, mejorar la transparencia operativa, reducir aún más los costes fijos y simplificar la ejecución de la negociación de acciones en los Estados Unidos”.
Memx representará los intereses de la base de clientes de sus fundadores, compuesta por inversores minoristas e institucionales. “Memx buscará ofrecer un modelo comercial simple con tipos de órdenes básicas, la última tecnología y una estructura simple de tarifas de bajo coste”, según adelantaron sus promotores cuando se anunció el proyecto hace un año.
Además de Fidelity y Morgan, detrás del proyecto se encuentran Citadel Securities, Bank of America, UBS, Charles Schwab, E-Trade, TD Ameritrade y Virtu Financial.
Los altos costes de los mercados de valores tradicionales han impulsado este tipo de iniciativas durante años, pero su radio de actuación sigue siendo limitado. Investors Exchange (IEX) se lanzó en 2012 y logró autorización como mercado de valores en 2017, pero abandonó sus planes el año pasado tras lograr solo la incorporación de una compañía, Interactive Brokers, que ha regresado al Nasdaq.
Operar en el IEX iba a ser gratis durante los cinco primeros años. Después cobrará una tarifa plana de 50.000 dólares. Por contraste, el Nasdaq y el Nyse manejan precios por los servicios completos de entre $155.000 y $250.000 anuales.
La nueva Memx se enfrenta, además, al desafío de lanzar el proyecto en plena pandemia del coronavirus, cuando la mayoría de empresas han congelado sus planes de empezar a cotizar. El objetivo, pese a todo, es comenzar a operar en el tercer o cuarto trimestre del año si las condiciones del mercado lo permiten. Inicialmente, el lanzamiento estaba previsto para finales de julio.