La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reveló este jueves que la tasa de pobreza extrema en América Latina habría aumentado de 13,1% de la población en 2020 a 13,8% en 2021, lo que representa un retroceso de 27 años.
En su informe anual Panorama Social de América Latina, la Cepal también estima que la tasa de pobreza general habría disminuido levemente, de 33% a 32,1% de la población.
El número de personas en pobreza extrema pasaría de 81 a 86 millones, y el número total de personas en situación de pobreza bajaría ligeramente de 204 a 201 millones, informó la Cepal.
“Pese a la recuperación económica experimentada en 2021, los niveles relativos y absolutos estimados de pobreza y de pobreza extrema se han mantenido por encima de los registrados en 2019, lo que refleja la continuación de la crisis social”, señaló la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena.
“La crisis también ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en que vive buena parte de la población en los estratos de ingresos medios, caracterizados por bajos niveles de cotización a la protección social contributiva y muy baja cobertura de la protección social no contributiva”, agregó.
Según el informe, la pobreza y la pobreza extrema aumentaron por sexto año consecutivo. Dice que en 2020 la pobreza extrema volvió a niveles de hace 27 años, mientras que la pobreza general se ubicó en niveles similar al de finales de la década de 2000.
Además, según la Cepal la desigualdad también aumentó en la región entre 2019 y 2020, y puso fin a una tendencia a la baja de la desigualdad que venía observándose desde 2002.
“El Coeficiente de Gini -utilizado internacionalmente para medir la distribución del ingreso- aumentó en 0,7 puntos porcentuales para el promedio regional entre 2019 y 2020. Este deterioro tiene relación directa con las repercusiones de la pandemia”, dice el informe.
Otra brecha que señala el informe es la interrupción de las clases presenciales en la región, dice la Cepal que América Latina y el Caribe es una de las regiones del mundo que lleva más tiempo sin presencialidad en los colegios.
Asegura que en promedio ha habido cerca de 56 semanas de interrupción total o parcial de clases, lo que ha generado brechas en el desarrollo de habilidades cognitivas, la pérdida de oportunidades de aprendizaje y el riesgo de aumento del abandono escolar.