lA “Enfermedad X” es el nombre que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado a un futuro patógeno desconocido con potencial para iniciar una grave epidemia mundial.
“Hay cosas que se desconocen, que pueden ocurrir y todo lo que ocurra es cuestión de cuándo, no de si ocurrirá”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante un panel de expertos celebrado en Davos, Suiza.
“Así que necesitamos tener un marcador de posición para eso, para las enfermedades que no sabemos que pueden venir, y fue entonces cuando le dimos el nombre de ‘Enfermedad X'”, explicó al tiempo que señaló que el concepto se discutió por primera vez en 2017 y recientemente ha recibido “atención” en Internet.
La agencia de la ONU la añadió a una lista de enfermedades prioritarias que requieren investigación y desarrollo acelerados debido a su potencial para causar una emergencia de salud pública en 2018.
COVID-19, para Ghebreyesus, fue la primera “Enfermedad X”, es decir, el primer patógeno desconocido desde que se acuñó el término que surgió y causó una pandemia.
Dijo que el objetivo no era que esta idea sembrara el pánico, sino prepararse mejor ante la posibilidad de nuevas enfermedades emergentes.
Preetha Reddy, vicepresidenta de un grupo sanitario del sector privado en India, declaró en el mismo panel de Davos que aunque el nombre de Enfermedad X “parece de película de ciencia ficción”, todo el mundo debe ser consciente de ella, ya que “es sin duda un peligro claro y presente”.
Reddy afirmó que, al igual que los ejércitos se preparan para la guerra, los sistemas sanitarios también deben hacerlo.
¿Cómo deben prepararse los países para la “Enfermedad X”?
Según el director general de la OMS, la preparación debe empezar por una atención primaria sólida y preparativos a nivel comunitario.
“Los países de ingresos altos se han visto sorprendidos porque en las últimas décadas han invertido en alta tecnología punta en servicios terciarios, incluso cirugía robótica, pero no han invertido en atención primaria”.
“Incluso algunos países no podían hacer rastreo de contactos. Así que para preparar a los países, creo que es muy importante renovar el compromiso de reforzar la atención primaria”.
La OMS, el Banco Mundial y otros socios crearon en 2022 un fondo para pandemias con el fin de ayudar a los países de ingresos bajos y medios a prepararse para los patógenos emergentes.
“COVID-19 ha puesto de relieve la necesidad apremiante de actuar para construir sistemas de salud más fuertes”, aseguró el presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass, en un comunicado ese año. “Invertir ahora salvará vidas y recursos en los años venideros”, afirmó.
Los países también están negociando actualmente un tratado internacional sobre pandemias cuyo resultado se espera presentar en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2024.
El Consejo de la UE acordó que el bloque inicie las negociaciones para este tratado en 2022, añadiendo que este tipo de instrumento ayudaría a una mejor detección temprana de las amenazas, un acceso más equitativo a los medicamentos y vacunas, y una mejor cooperación internacional.
Una de las formas en que los expertos quieren prepararse para futuros patógenos desconocidos es determinar qué podría haber ido mejor durante la pandemia más reciente.
Los analistas recomiendan que los países consideren la sanidad un activo estratégico como la energía, que el gasto sanitario sea “más inteligente”, por ejemplo centrándose en los esfuerzos de prevención, y que los países se apoyen en la tecnología, la gestión de datos y la inteligencia artificial (IA).
Uno de los grandes problemas durante la crisis de COVID-19 fueron las desigualdades globales. “Los países de renta alta acaparaban vacunas y los de renta baja no las recibían”, dijo Ghebreyesus.
“El acceso era un problema, y para abordar el problema de la equidad, hemos creado el centro de transferencia de tecnología de ARNm en Sudáfrica para aumentar la producción local”, dijo. Su objetivo es aumentar la capacidad de los países de ingresos bajos y medios para producir vacunas de ARNm.
La vigilancia y el intercambio de datos en todo el mundo son también iniciativas importantes que los países deben mantener a pesar de que el COVID-19 ya no sea una emergencia mundial.
“Somos tan fuertes como el eslabón más débil”, indicó Ghebreyesus, añadiendo que la preparación debe hacerse a nivel nacional, pero también debe incluir la inversión en iniciativas mundiales.