La inflación subyacente, que excluye alimentos, energía y combustibles, registró una tasa interanual de 5,05%, ubicándose por arriba del rango de tolerancia establecido por el Banco Central de Honduras (BCH) de hasta 5% previsto en el Programa Monetario vigente.
“La variación interanual se explica mayormente por el incremento de precios de alimentos industrializados, servicios (alquiler de vivienda,
educación, transporte, salud y alimentos consumidos fuera del hogar)”, informó el BCH.
El año pasado la inflación subyacente fue de 4,89%, mayor al IPC anual de 3,88%.
En el caso de Honduras, el indicador de inflación subyacente excluye un total de 37 bienes y servicios, entre alimentos perecederos no industrializados (excepto carnes), tarifas de energía y combustible.
La inflación subyacente se utiliza para medir presiones de demanda agregada que pueden ser modificadas por la acción de la política monetaria, es una medida parcial derivada de la inflación calculada a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Los incrementos prolongados y fuertes del indicador se asocian normalmente a la presencia de factores inflacionarios, relacionados con el incremento de la demanda interna total por sobre la capacidad de la economía para atenderla.
Según los economistas se trata de un aumento autónomo, o más o menos constante, de los precios, y que supone una pérdida, más o menos permanente, de poder adquisitivo para los consumidores sobre todo, para los más débiles.
En el momento actual, esto implica que, en promedio, los consumidores deben dar prácticamente por perdido un 5,05% del poder adquisitivo que tenían hace un año. En otras palabras, sería equivalente a haber perdido en términos reales 5 lempiras de cada 100 percibidos en concepto de salarios, pensiones o rentas.
Asimismo, habría que asumir que los ahorros, y el resto de los componentes de la riqueza, se habrían depreciado en magnitud similar debido a esta inflación subyacente.