La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) espera que el número de aviones entregados para 2024 sea de 1.583, lo que supone 11% menos que las expectativas publicadas hace apenas unos meses, que anticipaban que 1.777 aeronaves se incorporarían a la flota mundial este año.
Así se desprende del informe ‘Perspectivas mundiales del transporte aéreo’, que atribuye este descenso a la ralentización del ritmo de entregas ante los persistentes problemas de la cadena de suministro en el sector aeroespacial. Además, una gran parte de la flota mundial sigue aparcada en almacenes. Hasta 14% de la flota estaba almacenada en 2023, frente a 10% de media en 2019 y 2020.
El estudio apunta a que las aerolíneas se han visto directamente afectadas por problemas imprevistos de mantenimiento en algunos tipos de aviones/motores, así como por retrasos en la entrega de piezas de aviones y de aeronaves, lo que ha limitado la expansión de la capacidad y la renovación de la flota.
Los retrasos en la entrega de aviones pueden tener efectos contrapuestos en las aerolíneas y su red. Por un lado, la disponibilidad limitada de plazas puede impedir maximizar el crecimiento previsto de los ingresos, mientras que, por otro, los retrasos pueden mejorar la rentabilidad si unos factores de carga más elevados conducen a mayores rendimientos, mejorando potencialmente los márgenes.
“Los tipos de interés elevados tienden a tener un impacto negativo en los márgenes netos y suelen repercutir con retraso en los costes de financiación de las aerolíneas. Es probable que el efecto pleno del endurecimiento de la política monetaria se deje sentir en 2024 y 2025”, explica el informe de IATA del que se hace eco Europa Press.
En 2023, las entregas de aviones ascendieron a 1.378, 11% más que el año anterior, continuando el repunte tras el Covid-19. Las aerolíneas de todo el mundo siguen aceptando entregas de nuevos aviones comerciales que en su mayoría se encargaron antes de la pandemia, en respuesta a la fuerte demanda y en favorecer equipos más eficientes en consumo de combustible y más silenciosos.
Además, las dificultades en la cadena de suministro de Boeing provocaron nuevas interrupciones de las entregas en 2023, antes de que un incidente en un 737 MAX 9 de Air Alaska en pleno vuelo el pasado cinco de enero diera lugar a una nueva investigación de los reguladores estadunidenses, además de la paralización de un buen número de aviones de ese modelo y estrictos controles de calidad y producción.
Los problemas de producción relacionados con la seguridad en Boeing están afectando a la normalización del mercado aeronáutico, beneficiando al arrendamiento de aviones y a su competidor Airbus, además de resurgir el interés por el A380, según un análista de Scope Ratings, Christian Vogel.
En concreto, la crisis en el fabricante estadounidense favorece la actividad de las empresas de alquiler de aeronaves, ya que la demanda de viajes aéreos tras la pandemia crece más deprisa que la oferta de aviones.
Por último, Airbus también se beneficia del duopolio que mantiene con Boeing en el mercado de aviones de pasajeros debido a que aumenta su producción con más éxito que su rival para satisfacer la fuerte demanda.