El bitcoin es una moneda virtual, independiente y descentralizada, puesto que no está controlada por ningún Estado, institución financiera, banco o empresa.
Se trata de una moneda intangible, aunque puede ser utilizada como medio de pago igual que el dinero físico. Existen monederos en países como Japón y Estados Unidos donde se pueden cambiar por dinero efectivo.
El término bitcoin tiene su origen en 2008, cuando fue creada por Satoshi Nakamoto (pseudónimo de su autor o autores), quien la creó con el objetivo de que fuera utilizada para hacer compras únicamente a través de Internet.
La moneda virtual usa la criptografía para controlar su creación. El sistema está programado para generar un número fijo de bitcoins por unidad de tiempo a través de unos ordenadores llamados miners.
Actualmente, ese número está fijado en 25 bitcoins cada diez minutos, aunque está programado de forma que se reduzca a la mitad cada 4 años.
Así, a partir de 2017, se emitirán 12,55 bitcoins cada diez minutos. La producción continuará hasta el año 2140, cuando se alcance el tope de 21 millones de unidades en circulación.
¿Cómo funciona?
Para hacer uso de esta moneda virtual necesitaremos descargarnos un software en el ordenador o nuestro móvil que hará las veces de un “monedero” virtual y que generará una dirección bitcoin, que se podrá usar para enviar y recibir dinero de otros usuarios.
Además, el envío de bitcoins es instantáneo y toda operación puede ser monitorizada en tiempo real. Las transacciones con esta moneda implican una transferencia de valor entre dos direcciones bitcoin, públicas aunque anónimas.
Para garantizar la seguridad, las transacciones son aseguradas utilizando una serie de criptografías de llaves, ya que cada cuenta dispone de una llave pública y otra privada.
Riesgos del bitcoin
Al igual que en otras divisas virtuales, el bitcoin cuenta también con una serie de riesgos que es necesario poner de relieve para conocer con exactitud la magnitud de esta moneda.
El Banco de España (central) hizo un estudio que permite identificar sus principales riesgos desde el punto de vista monetaria gubernamental.
Financiación de actividades ilícitas y/o blanqueo de capitales. Debido al carácter descentralizado del esquema, las transferencias se producen directamente entre el ordenante y el beneficiario, sin que se necesite un intermediario o administrador.
Ello implica una dificultad ante la identificación y alerta temprana ante posibles comportamientos sospechosos de actividades ilícitas.
El hecho de que redes de crimen organizado usen de forma generalizada sistemas de pago electrónicos emergentes puede crear una reputación negativa sobre los medios de pago digitales.
A pesar de que, en principio, cualquier ordenador puede participar activamente del proceso de creación de nuevas unidades de bitcoins, la elevada capacidad computacional requerida implica que, en la práctica, esta actividad esté dominada por un reducido grupo de actores.
Posibles transacciones fraudulentas. En la medida en que los protocolos sobre los que se asienta el bitcoin son desarrollos de software abierto, la implementación de sus diferentes versiones no tiene por qué producirse de manera uniforme entre todos los usuarios.
Impacto sobre la estabilidad de los precios y sobre la estabilidad financiera, ya que las plataformas de negociación privadas donde se pueden canjear Bitcoins por monedas de curso legal están marcadas por la elevada volatilidad de las cotizaciones debido a movimientos especulativos.
Desde el punto de vista del fraude, bitcoin presenta una importante debilidad en comparación a otros medios de pago extendidos en el mundo online, como por ejemplo las tarjetas.