A medida que los países atienden las repercusiones de la pandemia de COVID-19, la prioridad de América Central es recuperarse de su peor recesión económica para retomar un crecimiento económico sólido y sostenible, dijo el Banco Mundial en la presentación digital del estudio “Desatar el potencial de América Central”.
“Dado que se prevé que la población en edad de trabajar disminuya drásticamente en las próximas décadas, a futuro solo se podrá lograr un crecimiento fuerte a largo plazo con una mayor productividad. Será necesaria una participación más efectiva en las cadenas de valor mundiales, así como una diversificación hacia exportaciones sofisticadas de bienes y servicios; pero ambas no se podrán alcanzar sin empresas que inviertan en innovaciones que mejoran la productividad”, señala el organismo.
El estudio identifica opciones estratégicas que ayudarían a aumentar la sofisticación de las exportaciones y a reducir las brechas de productividad entre los países de la región y entre América Central y otras regiones.
En los últimos 30 años, Centroamérica tuvo un crecimiento de 4,5% como región, muy superior al logrado por Latinoamérica y el Caribe de 2%, destaca el BM.
Los datos revelados demuestran que en ese mismo periodo el crecimiento de la productividad en el sur del continente fue muy baja. En América Latina y el Caribe fue de 0,78%, mientras que al analizar Centroamérica, en esa zona fue 1,32%.
Retos y oportunidades
Michel Kerf, director del Banco Mundial para Centroamérica y República Dominicana, dijo que la pandemia ha afectado significativamente el crecimiento económico y ha reducido el espacio fiscal en la región.
Sin embargo, señaló, en medio de la presentación del informe, que la recuperación del comercio global y las reactivaciones de Estados Unidos y China generan oportunidades para atraer nuevas inversiones domésticas y extranjeras, así como aumentan el volumen y el valor de las exportaciones en las Américas.
En esa misma vía, el organismo recomendó una rápida reducción de costos y barreras al comercio interregional, que equivale a aranceles hasta de 74%, además de un ajuste en los costos asociados al transporte, que llegan a $0,17 por tonelada-kilómetro y superan lo cobrado en economías avanzadas, que es de $0,02.
Ahora bien, según las estimaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), una reducción de 15,5% en los costos comerciales podría impulsar el comercio interregional a 61% y el PIB de la región en 4,3% para 2030.
Otro aspecto importante es la inversión en el capital humano. Según las estimaciones del Banco Mundial, durante la pandemia se perdieron casi dos tercios de la fuerza productiva de la región, lo que debilitó la capacidad productiva de las empresas y agudizó la falta de mano de obra para la producción de bienes y servicios.
En este punto, la entidad internacional recomendó acelerar la inversión en educación y digitalización y apoyar el desarrollo de industrias modernas que ocupen a trabajadores altamente calificados.
Por otro lado, el banco alertó sobre la necesidad de crear reformas que modernicen los códigos laborales y que faciliten la movilidad entre empresas y sectores, al tiempo que se adaptan al mercado laboral de la pospandemia.
El Banco Mundial insistió en la necesidad de abrir espacios de participación para el capital humano femenino y joven de la región. Según las estimaciones, la participación femenina en Latinoamérica es de 54%, mientras que en Centroamérica es 48%.
Por esta razón, el organismo alertó que una participación más activa de estos grupos podría equiparar la falta de capital humano prevista para los próximos años y elevar los índices de productividad para lograr una participación más efectiva en las cadenas de valor mundiales