“Quieres apagar la luz por favor?”. Esta es la frase que, según mis hijos, más repiten todos los padres del mundo. Para ellos, decir esas palabras unas veinte veces diarias es la esencia de la paternidad. Y, encima, la frase suele ir seguida por un “cuando pagues tú los recibos, ya hablaremos”. Pero es que la factura nos recuerda mensualmente lo que cuesta la energía: es CARA (sí, con mayúsculas) para nuestros bolsillos, porque es costoso generarla y también suministrarla.
Ajustar el consumo de electricidad a las necesidades reales y aplicar mecanismos para ahorrar se ha convertido en una prioridad de las familias y también de los gobiernos , que saben que disponer de un nivel adecuado de eficiencia energética permite no solo rebajar la factura de la luz sino generar una cascada de efectos beneficiosos.
Según la Empresa Nacional de Energía Eléctrica de Honduras (ENEE), la generación de electricidad ha aumentado en el país un 60% en diez años y las proyecciones indican que podría duplicarse para 2030.
Mantener el rápido crecimiento de la demanda podría suponer grandes retos para el sector, lo que vuelve más urgente el fomento de iniciativas de eficiencia energética en el país. Un estudio realizado por el Banco Mundial ha analizado el consumo eléctrico por sectores durante diez años y ha identificado las medidas que en Honduras podrían generar mayores ahorros a nivel nacional.
El informe revela que el sector residencial es el que más electricidad utiliza. En 2017, por ejemplo, los hogares fueron responsables de un 40% del consumo total, seguidos por el sector comercial y servicios (27,3%), el sector industrial (22,4%) y el sector público (6,6%).
El alumbrado público, considerado de manera independiente, empleó el 3,7% del total de gigawatios consumidos. En cuanto a horarios de consumo, en Honduras los picos de mayor demanda de energía se dan siempre a mediodía y a las 7 de la noche, tanto si se trata de días laborables como de sábados o domingos y festivos.
Eficiencia energética = ahorro
Aplicar medidas de eficiencia energética generaría grandes ahorros económicos en Honduras, según la proyección planteada por el estudio:
Como medida más relevante del estudio, cambiar las bombillas del sector residencial podría suponer un beneficio neto de 161 millones de dólares tras una inversión en la compra de lámparas eficientes que se podría recuperar en apenas seis meses. Esta medida, unida a la sustitución de los refrigeradores de los hogares por otros de menor consumo, traería un ahorro anual cercano al 30% en la tarifa de energía, según datos de consumo del Informe Estadístico Anual del Subsector Eléctrico de 2019.
Sustituir los aires acondicionados del sector comercial y servicios y mejorar la eficiencia de los motores del sector industrial serían las siguientes acciones con mayor impacto nacional. En el caso del sector público, simplemente implementar las medidas de eficiencia en el aire acondicionado y la iluminación podría generar un espacio fiscal de más de 41 millones de dólares acumulados hasta 2030 , con una inversión inicial que se recuperaría en menos de dos años y medio.
Poner en marcha estas medidas implica diseñar un programa de reemplazo de equipos que, más allá de cambiar una simple bombilla, requiere diferentes mecanismos de apoyo para superar las barreras regulatorias, económicas y de información presentes en Honduras.
Para ello sería necesario que el país contara con normas y reglamentos de eficiencia energética y etiquetado que definieran claramente los equipos eficientes y los que no lo son. Además, la cultura local y el bajo poder adquisitivo hacen necesarios mecanismos de financiación para facilitar la compra de equipos eficientes, así como campañas de sensibilización para que la población conozca los beneficios de la eficiencia energética.
Medidas complementarias de gestión de la demanda, como implementar precio por picos críticos, no supondrían ahorros significativos y requieren, por otra parte, una infraestructura de medidores inteligentes que no las hacen rentables en el contexto actual, concluye el informe.
Todos los padres del mundo sabemos que apagar una lámpara no va a salvar la economía del país (o la selva amazónica) ni es un acto tan llamativo como inaugurar un complejo eólico o parque solar que producen energía limpia.
Pero sí sabemos que va a suponer ahorros directos e indirectos significativos tanto para nuestros bolsillos como para el sistema. Al fin y al cabo, la energía más barata es la que no se usa y más efectivo que ahorrar energía es no tenerla que producir. Así que voy a seguir insistiendo a ver si esta noche consigo que mis hijos apaguen la dichosa luz.