Las economías de la región llevan 10 años sin un crecimiento pronunciado
La prestigiosa revista británica The Economist analizó el panorama política latinoamericano, concluyendo que hay un “desaprecio de la población por la clase política tradicional”.
En los últimos 20 años, afirman, América Latina estuvo en una senda de crecimiento importante a costa de “grandes caídas en la pobreza y una reducción considerable de la extrema desigualdad de ingresos que existía antes del auge de las materias primas”.
Lo que se pudo lograr gracias al crecimiento económico saludable y el dinero conseguido para experimentar con políticas sociales innovadoras, como algunos subsidios. El panorama fue propicio para lograr una estabilidad política.
Sin embargo, hoy el continente está “atascado”, dicen ellos. Las economías de la región llevan 10 años sin un crecimiento pronunciado, y aunque mejoran factores como la educación de la población, las oportunidades siguen siendo escasas. Y la clase política, que “no ha podido ponerse de acuerdo sobre las reformas necesarias para salir de este círculo vicioso”, son consideradas como corruptas y egoístas.
Según The Economist, “la brecha de productividad de la región con los países desarrollados se ha ampliado desde la década de 1980. Con demasiados monopolios y poca innovación, América Latina se está quedando corta en la economía del siglo XXI”. Con la pandemia, las cosas se pusieron ‘peor’.
A un largo plazo, el cierre que tuvieron las escuelas se verá reflejado en la desigualdad, mientras que la deuda externa de los países también aumenta en la medida en que las inversiones en salud y educación también se deben incrementar.
Los gobiernos también se tendrán que enfrentar a la dicotomía entre subir impuestos, pero de una forma que no “socave” la inversión. La región ha derribado también la teoría sobre la consolidación de la democracia “como una calle de único sentido”.
Fragmentación política
Desde Perú hasta Chile, el continente ha vuelto su política noticia a nivel mundial no solo por la polarización, “sino también por la fragmentación y la extrema debilidad de los partidos políticos, lo que imposibilita la formación de una mayoría para un gobierno estable”.
Los ejemplos sobran: el gobernante más popular de la región es el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien ha centralizado el poder y ha encerrado a unas 40.000 personas en una guerra draconiana contra las pandillas. “Esto sin mencionar que Venezuela y Nicaragua se han convertido en dictaduras de izquierda como Cuba y los líderes de los dos países más grandes, Jair Bolsonaro de Brasil y Andrés Manuel López Obrador de México, desprecian los controles y equilibrios”.
La actualidad de la región es importante en la medida que es un “aliado natural” de occidente, es decir, Europa. Si bien en la actualidad la mayoría de los países siguen siendo democráticos, el riesgo de un cambio de esta certeza radica en factores fundamentales para el mundo como la seguridad alimenticia y el calentamiento global. En parte, asegura la revista, por la cantidad de tierra fértil de la región, por ser el continente que alberga la selva amazónica y por contar con productos indispensables para la energía verde como el litio y el cobre.
“El riesgo no es solo que las democracias se conviertan en dictaduras, sino que América Latina se aleje de la órbita de Occidente”, dice The Economist en su artículo.
Según las últimos datos sobre las balanzas comerciales de los países de la región, China es el principal socio comercial y, además, se encuentra invirtiendo en infraestructura en alguno de los países. Algunos de los gobiernos de izquierda de la región, dice la revista, “parecen dispuestos a volver a la no alineación de la era de la guerra fría, e, incluso, cinco de sus presidentes, optaron por boicotear la Cumbre de las Américas de este mes en Los Ángeles. Estados Unidos.
El artículo finaliza con una autocrítica, pues también es cierto que Europa y Estados Unidos podrían hacer más esfuerzos para involucrar a América Latina, a través del comercio, a un escenario con mayor inversión y tecnología. Pero América Latina, a su vez, “debe reconocer que tiene mucho más que ganar con la reconstrucción de lazos más estrechos con occidente, y que su papel en un mundo dominado por China, sería el de una neocolonia”.