A pesar de la negativa mexicana de dar asilo político, cientos de centroamericanos, originarios de Honduras, Guatemala y El Salvador, comenzaron este lunes a cruzar el río Suchiate rumbo a México.
Este es un nuevo desafío a la estrategia migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump para mantener a los migrantes alejados de la frontera estadounidense.
EE UU firmó convenios de ayuda con los gobiernos del Triángulo Norte y presiona a México con aplicar medidas comerciales si continúa el flujo migratorio hacia Norteamérica.
Sin embargo, la pobreza y la inseguridad en los tres países centroamericanos sigue causando las coleadas de migrantes. Hoy se bajaron del puente fronterizo y se dirigieron hacia el río después de que funcionarios mexicanos les dijeron que no les permitirían el paso por el país.
“Por el puente o por el río, no hay miedo; ya estamos acostumbrados a la represión; en tu país te reprimen, te golpean siempre es así”, dijo Edwin Chávez, un joven de 19 años de Tegucigalpa a las agencias de prensa.
Del lado mexicano, un centenar de guardias nacionales equipados con equipo antimotines estaban en alerta sobre el puente que el sábado tuvo que cerrarse por un intento masivo de cruce que solo se saldó con empujones y algunos golpes, pero sin heridos.
Las autoridades dejaron pasar ese día a grupos pequeños que querían solicitar asilo o empleo, pero la mayoría de las más de 600 personas que optaron por esto fueron deportadas, según el Instituto Nacional de Migración (INM), por no cumplir los requisitos.
Pero los migrantes no perdieron la esperanza y al amanecer del lunes parecían dispuestos a lanzarse por el río, que en esta temporada se puede cruzar caminando, si no podían hacerlo por el puente.
En los últimos meses, México ha redoblado los esfuerzos desplegando miles de efectivos militares en sus dos fronteras y en las principales rutas migratorias con el fin de impedir que los migrantes lleguen a territorio estadounidense, tras las amenazas del presidente Donald Trump, de sanciones comerciales y otras represalias.
A fines de 2018 miles de centroamericanos optaron por migrar masivamente formando caravanas para sentirse más seguros y tener así más posibilidades de llegar a Estados Unidos, pero esta sería la primera desde que Washington firmó acuerdos para controlar la migración con Guatemala, Honduras y El Salvador.
El gobierno mexicano declaró el domingo que las medidas puestas en marcha durante el fin de semana habían sido un éxito porque los intentos en “modo desordenado” de los migrantes por cruzar la frontera habían sido “infructuosos”.
Maureen Meyer, directora para México y derechos de los migrantes en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), indicó que “el gobierno mexicano ha dejado claro que no ofrecerá ninguna visa que pueda utilizarse para viajar al norte, y que cualquiera que viaje sin documentación adecuada será detenido, enviando un firme mensaje al gobierno de Trump de que el gobierno mexicano está haciendo su parte para asegurarse de que los miembros de la caravana no llegan a la frontera estadounidense”, dijo Meyer.
Al cruzar la frontera a los migrantes les dijeron que recibirían información sobre las distintas opciones de estancia legal en México, pero el INM dijo el domingo por la tarde en un comunicado que la mayoría de las más de 1.000 personas que se entregaron el sábado no cumplían los requisitos y “se procederá al retorno asistido”.
“Es lamentable, muy grave”, dijo Claudia León, coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados en Tapachula, que asegura que el INM no ha tenido posibilidad real de analizar todos los casos. “Seguramente la gente se va a sentir engañada y bastante frustrada”, dijo.