El panorama económico mundial atraviesa uno de sus momentos más frágiles en décadas. Según el informe presentado por Chief Economists’ Outlook publicado por el Foro Económico Mundial en septiembre de 2025, el crecimiento sigue siendo débil y los riesgos continúan inclinándose hacia la baja.
Según la encuesta realizada a economistas jefe de instituciones públicas y privadas revela que cerca de 72% de los expertos espera un debilitamiento de las condiciones globales en los próximos doce meses.
Esta tendencia se debe a un entorno de fragmentación geoeconómica, tensiones comerciales, impactos de la inteligencia artificial y vulnerabilidades derivadas de conflictos y crisis climáticas.
Para los economistas encuestados en septiembre, 69% creen que la economía mundial va a ser algo más débil, esto ha sido una tendencia ya que, en las últimas perspectivas también se consideraba que se debilitaría al tener 61% y 59%.
Según el informe, la economía de Estados Unidos presenta un panorama incierto; a pesar que los economistas prevén unos signos de estabilización, la mayoría considera que el crecimiento seguirá siendo débil o muy débil en lo que resta de año.
Dentro de las principales razones se encuentra que el país enfrenta una volatilidad considerable ya que, el PIB pasó de una contracción anualizada de 0,5% en el primer trimestre a un crecimiento de 3,3% en el segundo, sin embargo, los aranceles amenazan con frenar este impulso.
Por otro lado, la inflación es otro factor importante en la economía estadounidense ya que, los precios al consumidor aumentaron 2,9% en agosto y los precios al productor 2,6%. La presión de costos vinculada a los aranceles está alimentando los riesgos inflacionarios, lo que obliga a la Reserva Federal a actuar con cautela.
Uno de los elementos centrales que abarca este informe es la intensificación de la fragmentación geoeconómica, esto impulsado principalmente por las tarifas arancelarias aplicadas por el gobierno de Donald Trump a diferentes países de todo el mundo, lo que ha provocado un reacomodo de cadenas de suministro y flujos de inversión internacional.
Además de esto, el dólar ha sido un aspecto clave para influir en estas nuevas tendencias ya que a lo largo del año ha sufrido una depreciación superior a 10% desde enero, algo no visto en la última década; por esta razón, se ha otorgado una mayor flexibilidad monetaria en las economías emergentes, pero también ha amplificado los efectos de los aranceles en el mercado interno estadounidense al encarecer las importaciones.
Crecimiento de América Latina
A pesar que las perspectivas en el mundo sufren un debilitamiento leve, las perspectivas para América Latina y el Caribe muestran cierta tendencia a mejorar pese a que sigue atrapada en un crecimiento débil.
El Banco Mundial proyecta una expansión del 2,3% en 2025 y del 2,5% en promedio para el período 2026-2027. Sin embargo, la inflación muestra señales de estabilidad ya que pese a que las previsiones eran de 38%, economistas redujeron esta proporción a 1,9%.
Adicionalmente, el Foro afirma que existe un potencial de crecimiento no explotado en regiones como África Subsahariana, Asia del Sur y América Latina, el cual, afirman que para sacar provecho de esto se requiere voluntad política, financiamiento dirigido y una renovada cooperación internacional.
Entre los aspectos que han influido a que se debilite la economía mundial se encuentra el auge de la inteligencia artificial en todo el mundo. El avance de estas nuevas tecnologías ha logrado que 68% de los economistas prevean que la IA se convierta en una fuerza disruptiva comercial en el plazo de un año, aunque las opiniones sobre sus impactos en productividad y empleo siguen divididas.
El informe del Foro Económico Mundial muestra que la economía global se encuentra atrapada en una fase de debilitamiento generalizado, donde la recuperación es desigual y altamente dependiente de factores externos como la política comercial de Estados Unidos, la evolución de la inteligencia artificial y los efectos del cambio climático.
Sin embargo, otras regiones como Oriente Medio logran mantener expectativas positivas mientras que economías como la de Estados Unidos, Europa y China enfrentan debilidades significativas.