Desde 2010, la deuda de los países en desarrollo ha crecido al doble del ritmo que en las economías avanzadas. Hoy, 3.400 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de deuda que en salud o educación.
La deuda pública mundial alcanzó un máximo histórico de 102 billones de dólares en 2024, frente a los 97 billones registrados en 2023, según el informe “Un Mundo Endeudado 2025”, publicado por ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
La deuda pública puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo. Los gobiernos la utilizan para invertir en su población y en sus economías, y para construir un futuro mejor. Pero cuando la deuda crece demasiado o se vuelve demasiado costosa, se convierte en una carga. Esa es la realidad que enfrentan hoy muchos países en desarrollo.
Actualmente, 3.400 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de la deuda que en salud o educación.
El mayor peso recae sobre los países en desarrollo
Los países en desarrollo están soportando los costos más altos. Desde 2010, su deuda pública ha crecido al doble del ritmo que en las economías avanzadas, alcanzando los 31 billones de dólares.
Más importante aún, los costos de endeudamiento siguen siendo desproporcionadamente altos, lo que desplaza recursos que deberían destinarse al desarrollo. Solo en 2024, estos países gastaron 921.000 millones de dólares en intereses, un 10% más que en 2023.
En total, 61 países destinaron más del 10% de sus ingresos públicos al pago de intereses en 2024.
Los altos costos de endeudamiento frenan el desarrollo
Desde 2020, los países en desarrollo han tenido que endeudarse a tasas promedio entre dos y cuatro veces más altas que las de Estados Unidos, lo que dificulta las inversiones en desarrollo sostenible.
Las altas tasas de interés, el débil crecimiento económico global y la creciente incertidumbre están ejerciendo una presión cada vez mayor sobre los presupuestos públicos. Las consecuencias son directas y devastadoras, especialmente para las poblaciones más vulnerables.
La reforma es urgente
Los países en desarrollo no deben verse obligados a elegir entre pagar su deuda o atender a su población. Es urgente reformar la arquitectura financiera internacional. Esto implica:
- Hacer que el sistema sea más inclusivo y orientado al desarrollo
- Mejorar la disponibilidad de liquidez en tiempos de crisis
- Crear un mecanismo eficaz de reestructuración de deuda que corrija las deficiencias actuales
- Ofrecer financiamiento concesional más abundante y de mayor calidad, así como asistencia técnica para ayudar a los países a enfrentar el alto costo de la deuda.