Las proyecciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en 2025, se basan en que las tensiones y la fragmentación geopolítica supone graves riesgos para la seguridad energética y para la adopción de medidas coordinadas de reducción de las emisiones.
“El conflicto en escalada en Oriente Medio y la guerra en curso de Rusia contra Ucrania subrayan los constantes riesgos a los que se enfrenta el mundo en el ámbito de la seguridad energética” dicen los analistas de la AIE. Algunos de los efectos inmediatos de la crisis energética mundial comenzaron a remitir en 2023, pero el riesgo de nuevas perturbaciones es actualmente muy elevado.
Pero aún con los retos, la Agencia cree que podría avecinarse una temporada de precios de combustibles más bajos por la asequibilidad y la competitividad industrial en las economías importadoras de combustible. por la asequibilidad y la competitividad industrial en las economías importadoras de combustible.
“El nuevo contexto del mercado puede dar un respiro a los países y regiones importadores de combustible, como Europa, el Sur de Asia y el Sudeste Asiático, que en los últimos años se han visto fuertemente afectados por el aumento de los precios de los combustibles fósiles y de la electricidad”. En todo el mundo, los consumidores gastaron en energía casi US$10 billones en 2022, durante la crisis energética mundial, de los que aproximadamente la mitad acabaron generando unos ingresos récords para los productores de petróleo y gas. La relajación de los niveles de precios promete cierto alivio bien recibido, sobre todo en los países importadores de combustible.
Caídas en tarifas de gas
“Precios más bajos del gas natural deberían disipar parte del pesimismo europeo en relación con su competitividad industrial, aunque la región sigue en clara desventaja estructural en lo que se refiere a los precios de la energía en comparación con Estados Unidos y China”.
La menor presión sobre los precios de los combustibles puede proporcionar un margen a los responsables de la elaboración de políticas para centrarse en intensificar la inversión en energías renovables, redes, almacenamiento y eficiencia, facilitar la eliminación de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles y permitir que las economías en desarrollo recuperen el impulso perdido en los últimos años en la provisión de acceso a la electricidad y a combustibles no contaminantes para cocinar.
“Sin embargo, el abaratamiento del gas natural también puede ralentizar los cambios estructurales, al disminuir los incentivos económicos para que los consumidores adopten tecnologías más limpias y dificultar la competitividad en costos con otras alternativas como el biometano y el hidrógeno de bajas emisiones”.