Un nuevo informe del Banco Mundial subraya que los próximos 25 años serán fundamentales para los 26 países que clasificó como de ingreso bajo; a ese grupo de economías “se les ignoró desde 1999” dicen que se pasó por alto su estabilidad.
Según el análisis, este grupo representa a más de 40% de las personas que viven con menos de $2,15 al día, enfrentando grandes desafíos como conflictos armados, crisis económicas recurrentes y un crecimiento económico casi nulo. Sin embargo, también presentan oportunidades estratégicas para transformar sus economías con políticas internas sólidas y asistencia internacional adecuada.
En la lista de los países más pobres no figura Honduras, pues es de “ingreso medio”. A comienzos del siglo XXI, 63 países eran considerados de ingreso bajo, pero 39 han avanzado a ingresos medianos. India y Bangladesh son ejemplos.
En este contexto, entre los países más pobres en 2023, Burundi tiene un ingreso nacional bruto, INB, de $230 en el último dato disponible. A pesar de su crecimiento desde 2000 ($140), Burundi sigue siendo uno de los países más pobres.
El segundo lugar lo ocupa Afganistán, cuya cifra de INB alcanza los $360. Sigue la República Centroafricana con $470 y Madagascar con $530.
Mozambique con un INB de $530, al igual que Madagascar y Sierra Leona con $560, están la posición 5 y 6, respectivamente. Nigeria, Somalia, Malaui y Congo, cierran el top 10 de pobreza.
Los próximos años serán clave para estos países de ingreso bajo, donde el Producto Interno Bruto per cápita ajustado apenas ha crecido en 15 años.
De mantenerse esta tendencia, solo seis de 26 países ellos lograrían superar la barrera del ingreso mediano para 2050. Los factores que limitan su desarrollo incluyen su vulnerabilidad al cambio climático, el sobre endeudamiento, la inestabilidad política y su aislamiento geográfico.
Sin embargo, el Banco Mundial destaca su gran potencial, desde vastas reservas de minerales esenciales para la transición energética, hasta una población joven en crecimiento, capaz de impulsar su economía.
Ruanda (17), por ejemplo, es un caso de cómo la estabilidad política, las reformas y la inversión en educación pueden transformar una economía frágil. Con políticas similares, otros como Etiopía (21) y Guinea-Bisáu (16) tienen el potencial de replicar los avances.