Claudia Sheinbaum tomó posesión este martes como la primera mujer presidenta de México en los más de 200 años de historia como país independiente. “Ahora es el momento de la transformación, ahora es el momento de las mujeres”, dijo Sheinbaum en su discurso. Su investidura ha estado rodeada de polémica después de que Sheinbaum desatara una crisis diplomática con España por rechazar la presencia del rey Felipe VI en la ceremonia.
La científica convertida en política, de 62 años, recibe ahora un país con una serie de problemas inmediatos, que incluyen también una economía lenta, programas de construcción inconclusos, deuda creciente y con la ciudad turística de Acapulco azotada por el huracán.
Sheinbaum llegó con una larga lista de promesas para limitar los precios de la gasolina y los alimentos, ampliar los programas de distribución de dinero en efectivo para mujeres y niños, apoyar la inversión empresarial, la vivienda y la construcción de trenes de pasajeros.
No retomará la guerra contra las drogas
Pero las menciones a los cárteles de la droga que controlan gran parte del país fueron breves y casi al final de la lista. La presidenta ofreció pocos cambios con respecto a la estrategia de “abrazos, no balazos” del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador de no enfrentarse a los cárteles, aparte de prometer más trabajo de inteligencia e investigación. “No habrá regreso a la irresponsable guerra contra las drogas”, dijo.
Sheinbaum ganó en junio con casi el 60% de los votos, impulsada en gran medida por la sostenida popularidad de su mentor político, el expresidente Andrés Manuel López Obrador. Ella se ha comprometido a continuar con todas sus políticas, incluso aquellas que fortalecieron el poder de los militares y debilitaron los controles y contrapesos del país.