La Hacienda del estado de Nueva York abriría una investigación contra el presidente de EEUU, Donald Trump, por presunto fraude fiscal.
La razón es una investigación de 18 meses del diario ‘New York Times’, plasmada en un artículo, y en la que se afirma que el padre del presidente de EE UU le transfirió, en las décadas de los setenta, ochenta, y noventa, 413 millones de dólares a través de 295 transacciones estructuradas para eludir sus obligaciones fiscales.
El artículo califica muchas de esas operaciones como “dudosas” desde el punto de vista legal, y algunas como “directamente, fraude”. Aunque la Casa Blanca no ha respondido a las alegaciones, los abogados de Trump las han calificado de falsas y han amenazado con denunciar por difamación a los autores del artículo y al diario.
La noticia abre un nuevo frente legal para Donald Trump. Y, además, en el terreno políticamente más peligroso para el presidente: el tributario. El mandatario tiene importantes de denuncias, pero ésta tendría mayor impacto por tratarse de elusión de impuestos.
El propio presidente ya advirtió en junio de 2017 al fiscal especial de la ‘trama rusa’ (referente a la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales), Robert Mueller, de que la investigación de sus operaciones empresariales -o las de su familia- previas a su entrada en política supondría cruzar una ‘línea roja’.
Esto presumiblemente se traduciría en la destitución del investigador y el final de las pesquisas. Mueller ha eludido la amenaza del presidente dejando que la investigación sobre los presuntos delitos económicos del presidente recaiga sobre la Fiscalía Sur de Manhattan, sobre la que Trump no tiene jurisdicción. Esa jurisdicción es la que está interrogando al máximo responsable de las finanzas de Trump y su familia, Allen Weisselberg, que ha logrado inmunidad de la Justicia a cambio de declarar.
La noticia del ‘New York Times’, realizada tras estudiar más de 200 documentos, expone una amplia gama de trucos fiscales empleados por Fred Trump para transferir su herencia en vida a Donald Trump -y, presumiblemente, también a los hermanos de éste.
Estos trucos permitirían rescatar a las empresas del presidente cada vez que éstas entraban en dificultades económicas, algo que ha sido una constante en su carrera empresarial.
Los sistemas empleados han sido los habituales en este tipo de operaciones y, en realidad, son el estándar empleado por muchas grandes fortunas de EEUU y de todo el mundo para transferir riqueza de una generación a otra sin pagar impuestos. Así es como, a la muerte de Fred Trump, en 1999, Donald apenas tuvo que pagar impuesto de transmisiones.
Uno de los ejemplos que señala la investigación, es que Fred Trump salvó de la quiebra a una empresa de Donald propietaria de un bloque de apartamentos comprando el 7,5% de su capital por 15.5 millones de dólares en diciembre de 1987. En 1991, Trump ‘padre’ vendió a su hijo ese 7,5% por 10.000 dólares.
“Esa minusvalía del 99,34% en un edificio de viviendas en el centro de Manhattan no sería justificable ni aunque la torre en cuestión, Trump Palace, se hubiera caído y solo quedara el sola”, ironiza la publicación.
Otras actividades ya fueron descubiertas, y sancionadas por las autoridades, pero con multas simbólicas para el tamaño de las operaciones.
Uno de los casos documentados por el ‘New York Times’ y que es más bien propio de una película de Martin Scorsese es lo que hizo Fred Trump en 1990: enviar a uno de sus empleados a un casino de su hijo en New Jersey con la orden de comprar 3,5 millones de dólares en fichas sin realizar ni una sola apuesta. Eso es algo ilegal. Pero el castigo que New Jersey impuso a los Trump deja claro que el delito merecía la pena: apenas 65.000 dólares de multa.