La antigua startup WeWork Inc. se declaró en bancarrota, marcando un nuevo punto bajo para la compañía de co-working (espacio compartido de oficinas) que luchó por recuperarse de la pandemia y de su fallida oferta pública inicial en 2019.
La compañía con sede en Nueva York enumeró tanto activos como pasivos en el rango de $10.000 millones a $50.000 millones en una petición del Capítulo 11 presentada en Nueva Jersey. La presentación permite a WeWork seguir operando mientras elabora un plan para pagar sus deudas.
La empresa llegó a un amplio acuerdo de reestructuración de su deuda a principios de 2023, pero pronto volvió a tener problemas. En agosto declaró que existían “dudas sustanciales” sobre su capacidad para seguir operando. Semanas más tarde, dijo que renegociaría casi todos sus contratos de arrendamiento y se retiraría de las ubicaciones “de bajo rendimiento”.
A 30 de junio, WeWork tenía 777 locales en 39 países, con una ocupación cercana a los niveles de 2019. Pero la empresa sigue sin ser rentable.
La empresa salió a bolsa en 2021 a través de una combinación con una empresa de adquisición de propósito especial, dos años después de que su OPV planificada fuera infamemente frustrada en medio de las preocupaciones de los inversores sobre la gobernanza, la valoración y las perspectivas de crecimiento de la empresa. El fracaso de la operación provocó la dimisión de su fundador, Adam Neumann, como Consejero Delegado y una drástica caída de la valoración de WeWork, que llegó a alcanzar los US$47.000 millones.
Otras empresas de oficinas compartidas también han tropezado después de que la pandemia trastornara los hábitos de trabajo. Knotel Inc. y las filiales de IWG Plc se declararon en quiebra en 2021 y 2020, respectivamente.