El hambre mundial se disparó el año pasado, superando el crecimiento de la población y alcanzando el nivel más alto desde 2005, luego de que la pandemia de covid-19 redujera los ingresos y el acceso a los alimentos, según las Naciones Unidas.
Hasta 811 millones de personas, casi una décima parte de la población mundial, enfrentaron desnutrición en 2020, señaló la ONU. La agencia dijo que ahora se necesitará un esfuerzo “tremendo” para que el mundo cumpla con la promesa de acabar con el hambre para 2030, y reiteró un llamado a transformar los sistemas alimentarios.
En el 2020 el número de personas con hambre aumentó en 118 millones.
La ONU alerta de que será necesario un “esfuerzo tremendo para que el mundo cumpla su promesa de acabar con el hambre para 2030.
Aproximadamente una de cada cinco personas (el 21% de la población) pasaron hambre en África en 2020. Esto representa un aumento de 3 puntos porcentuales en un año. Le siguen América Latina y el Caribe (9,1%) y Asia (9%), con aumentos de 2,0 y 1,1 puntos porcentuales, respectivamente.
En números totales, más de la mitad de los desnutridos del mundo se encuentran en Asia (418 millones) y más de un tercio en África (282 millones). Los aumentos de la inseguridad alimentaria moderada fueron más acusados en América Latina y el Caribe (9 puntos porcentuales).
La pandemia de COVID-19 contribuyó al deterioro de la situación, aunque el problema es “mucho mayor” por otros factores como “la variabilidad climática, los conflictos y las desaceleraciones económicas extremas”.
La previsión es que 660 millones de personas sigan pasando hambre en 2030. “Vamos en la dirección equivocada. Pensar que vamos a terminar con el hambre en 2030, no es ni siquiera posible dada la trayectoria en la que estamos. Si no lo abordamos de forma muy seria tendremos hambrunas masivas, desestabilización de naciones y migraciones masivas”, dijo David Beasley el director del Programa Mundial de Alimentos. “Hay que responder de inmediato. Sabemos lo que pasas si no abordamos las causas. Esto es una llamada de atención a todo el mundo”.
Las consecuencias de la pandemia pusieron los alimentos saludables más lejos aún del alcance de muchas personas, y el aumento de los precios de los alimentos de este año a su nivel más alto en casi una década es particularmente negativo para los países más pobres que dependen de las importaciones.
El documento agrega que la desnutrición sigue siendo un desafío. Entre los niños, 22% de los menores de cinco años presentaba retraso en el crecimiento, 6,7% de ellos presentaba bajo peso y 5,7%, sobrepeso, cifras que podrían ser más altas una vez que se conozca por completo el impacto de la pandemia.
En tanto, la ONU informó que por cada 10 hombres con inseguridad alimentaria, hubo 11 mujeres con inseguridad alimentaria. El informe fue elaborado conjuntamente por agencias como la FAO, el PMA, Unicef y la OMS.
Honduras, El Salvador y Guatemala
En marzo, el organismo advertía del aumento de la hambruna para 20 países, incluidos tres de Centroamérica.
En el caso de América Latina, el informe alerta de una escalada de la inseguridad alimentaria aguda en El Salvador, Guatemala y Honduras debido al doble impacto de los huracanes Eta e Iota y los efectos económicos del COVID-19.
Detalla que los meteoros dañaron grandes extensiones de tierras de cultivo, al igual que los medios e infraestructura de los sectores productivo, ganadero, pesquero y de transporte, dando como resultado una caída del suministros y un alza en los precios de los alimentos.
Además, el cierre de actividades impuesto por la pandemia redujo el empleo, sobre todo el informal, provocando pérdida de ingresos familiares y menor acceso a la comida.
El estudio estimó que “las condiciones en Honduras empeorarán entre abril y junio, cuando unos 3,1 millones de personas enfrentarán una inseguridad alimentaria aguda y 570.000 llegarán a una situación de emergencia”.
En Guatemala se calcula que 3,7 millones de personas se encuentran ya en situación grave, con 428 000 en alto riesgo de inanición. Para El Salvador, el PMA y la FAO estiman que un millón de personas enfrentarán inseguridad alimentaria entre marzo y mayo, con 121.000 en situación de emergencia.