El Reino Unido finalmente se retiró de la Unión Europea y se encaminaba a un futuro incierto, dando la espalda después de 47 años al proyecto de posguerra para articular países europeos arruinados en una potencia global.
El Brexit, el mayor cambio geopolítico desde que Gran Bretaña perdió su imperio global, se concretó a las 2300 GMT, un hito que el primer ministro Boris Johnson ensalzó como el amanecer de una nueva era.
Miles de partidarios del Brexit se reunieron fuera del parlamento británico, ondeando banderas, cantando y deleitándose en una mezcla de nostalgia, patriotismo y desafío.
“Este es un día fantástico”, dijo Tony Williams, de 53 años, del sureste de Londres. “Somos libres, desde las 11 en punto, lo hemos logrado (…) Lo hemos logrado”.
El Brexit, una vez considerado el sueño improbable de un equipo heterogéneo de “euroescépticos”, también debilita a la UE, concebida como una forma de unir en paz a las principales potencias de Europa después de siglos de conflicto.
Cuando finalmente llegó el día de la salida, después de tres años y medio de disputas desde el referéndum de 2016, fue una especie de anticlímax: mientras los partidarios de la salida agitaban banderas y brindaban bajo la lluvia, muchos británicos mostraron indiferencia o alivio.
“Para muchas personas, este es un asombroso momento de esperanza, un momento que pensaron que nunca llegaría”, dijo Johnson, el líder de la campaña oficial del Brexit, en un discurso pregrabado.
“Nuestro trabajo como gobierno, mi trabajo, es unir a este país ahora y llevarnos hacia adelante”, dijo Johnson.
Los líderes más poderosos de la UE, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron, consideraron el Brexit como un momento triste para Europa.
La UE había advertido a los británicos que irse sería peor que quedarse.
En Bruselas, se bajó la bandera británica de la sede de la UE. Sin embargo, poco cambiará de inmediato, ya que un período de transición mantiene al Reino Unido como miembro en todo, menos en el papel, hasta fines de 2020.
Los críticos dicen que el Brexit es una locura que debilitará a Occidente, torpedeará lo que queda de la influencia de Gran Bretaña, socavará su economía y, en última instancia, lo dejará como un conjunto de islas menos cosmopolitas.
El primer ministro británico, Boris Johnson, celebró la escisión europea con espumante inglés y una serie de bocadillos locales como el queso azul de Shropshire y pasteles de carne de Yorkshire.