La incertidumbre política y económica están marcando la parada y la gestión de las finanzas públicas enfrenta desafíos cada vez mayores. Esta incertidumbre ha debilitado el crecimiento económico, ha encarecido el acceso a financiamiento y ha reducido el margen de maniobra de los gobiernos.
Las proyecciones fiscales están sujetas a una incertidumbre considerable, dada la rápida escalada de las tensiones comerciales y los elevados niveles de ambigüedad de las políticas. Según el “pronóstico de referencia” del informe WEO de abril de 2025, la deuda pública mundial registrará un nuevo incremento de 2,8 puntos porcentuales del PIB en 2025 y se aproximará al 100% del PIB para el final de la década, superando el máximo alcanzado durante la pandemia.
Se espera que más de un tercio de los países experimenten un aumento de la deuda en 2025 con respecto a los niveles de 2024. Conjuntamente, estas economías representan en torno al 75% del PIB mundial y entre ellas se incluyen algunos actores principales —China y Estados Unidos—, así como Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Francia, Indonesia, Italia, México, Reino Unido, Rusia y Sudáfrica.
Los riesgos para las perspectivas fiscales se han intensificado desde la edición de octubre de 2024 del Monitor Fiscal. La deuda en riesgo mundial a tres años —un parámetro que abarca todos los factores determinantes del riesgo hasta el final de 2024— se ha incrementado en 2 puntos porcentuales del PIB.
En un escenario adverso extremo, la deuda pública mundial podría dispararse hasta cerca del 117% del PIB para 2027, una cota que no se ha vuelto a alcanzar desde la Segunda Guerra Mundial y que supera en unos 20 puntos porcentuales las proyecciones para ese año.
Los niveles de deuda pueden seguir aumentando a medida que los ingresos y el producto se reduzcan como consecuencia de la subida de los aranceles y la creciente incertidumbre (informe WEO de abril de 2025).
Unas tasas de interés más altas de lo previsto podrían reducir los recursos disponibles para gastos esenciales, incluidas las prestaciones sociales y la inversión pública, y la escasez de ayuda externa agravaría los riesgos de financiamiento en los países en desarrollo de ingreso bajo.
Unos déficits fiscales más elevados y persistentes en Estados Unidos, una demanda interna más débil de lo previsto en China, la prolongación de la incertidumbre y un crecimiento estancado de la productividad también intensificarían los riesgos fiscales.
En esta coyuntura incierta y complicada, los países deben, ante todo, poner en orden sus propias finanzas. La mayoría necesitan un ajuste fiscal gradual, dentro de un marco creíble a mediano plazo, para reducir la deuda y, al mismo tiempo, constituir reservas para hacer frente a la elevada incertidumbre.
Los ajustes deberían lograr un equilibrio adecuado entre el ritmo de reducción de la deuda y el crecimiento económico, en función de las circunstancias específicas, el espacio fiscal y las condiciones económicas generales de cada país.
El director de asuntos fiscales del FMI, Vitor Gaspar, aseguró que “los países deberían redoblar sus esfuerzos para mantener su propia casa fiscal en orden”.
Gaspar agregó que “en un mundo avanzado y peligroso, los gobiernos financieros deben actuar urgentemente y decisivamente. Enfrentan desafíos y escasos escenarios. Los financieros deberían invertir su capital política en la construcción de confianza. Esto empieza con mantener sus propias casas en orden”.
Para “mantener las casas en orden” dijo que los Gobiernos deben involucrar tres prioridades políticas: la primero, la política fiscal debería ser parte de las políticas macroeconómicas orientadas a la estabilidad. Segundo, la política fiscal debería, en muchos países, enfocarse en la reducción de la deuda pública y crear un espacio para responder a los presiones de gastos y otros choques económicos. Tercero, la política fiscal debería, junto con otras políticas estructurales, enfocarse en mejorar el crecimiento potencial.
Es por esto que El FMI instó a los países europeos que están elevando con fuerza el gasto militar que acompañen esta medida con un “plan creíble de ajuste” a medio plazo y “transparencia” presupuestaria.