Capital Economics puso de relieve las crecientes vulnerabilidades de la economía estadounidense, señalando específicamente los déficits gemelos: el déficit presupuestario federal y el déficit por cuenta corriente.
El déficit por cuenta corriente, que se ha ampliado hasta los 310,9 mil millones de dólares o el 4,2% del PIB en el tercer trimestre, plantea un riesgo a largo plazo, ya que Estados Unidos se enfrenta a desafíos para gestionar sus pasivos externos netos, que ahora superan el 80% del PIB.
EE UU ha experimentado déficits mayores en el pasado, especialmente durante 2022 y en el período previo a la crisis financiera de 2006. Sin embargo, la situación se ve agravada por el cambio en la balanza de ingresos primarios, que ha entrado en déficit por primera vez desde 2001, alcanzando los 15,5 mil millones de dólares o el -0,2% del PIB en el tercer trimestre.
Este cambio deja a EE UU más dependiente de la inversión extranjera para financiar sus pasivos.
A pesar de estas preocupaciones, no hay una alarma inmediata debido a las ventajas de EE UU, como sus profundos mercados de capitales y el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. Estos factores han atraído históricamente una demanda constante de activos financieros estadounidenses.
No obstante, la posición externa favorable de EE UU, que anteriormente se beneficiaba de ingresos netos positivos procedentes de inversiones en el extranjero, ya no puede ser considerada como un factor de confianza a nivel global.
El informe también señala que, si bien la posición externa de EE UU no augura un desastre inminente, la incapacidad del gobierno y los hogares estadounidenses para frenar el gasto excesivo aumenta el riesgo de una crisis de deuda y de divisa.
A corto plazo, se espera que las políticas arancelarias de la administración entrante aprecien aún más el dólar, lo que potencialmente podría agravar los pasivos externos netos y aumentar el riesgo de una corrección significativa en el valor del dólar.