El Banco Central Europeo recortó este jueves los tipos de interés, tal y como se esperaba, y lo hizo por séptima vez en el último año, en un contexto en el que los aranceles estadounidenses y el debilitamiento de la confianza empresarial minan un crecimiento económico ya de por sí débil.
Argumentando que la inflación está en camino de alcanzar el objetivo del 2%, el banco central de los 20 países que comparten el euro recortó su tipo de depósito en 25 puntos básicos, hasta el 2,25%, en línea con las expectativas de la mayoría de los economistas encuestados por Reuters.
También modificó su lenguaje: abandonó una evaluación previa de que los tipos de interés son “significativamente menos restrictivos”, con el argumento en su lugar de que varios factores pueden pesar ahora sobre el crecimiento.
“Es probable que el aumento de la incertidumbre reduzca la confianza de los hogares y las empresas y que la respuesta adversa y volátil de los mercados a las tensiones comerciales tenga un impacto restrictivo sobre las condiciones de financiación”, dijo el BCE.
“Estos factores pueden seguir lastrando las perspectivas económicas de la zona del euro”, señaló el BCE en un comunicado.
El cambio se produce en un momento en que los tipos de interés se sitúan en el extremo superior del “tipo neutral” del BCE, un nivel que ni restringe ni estimula el crecimiento económico.
Anteriormente, el banco había situado este intervalo entre el 1,75% y el 2,25%, pero los responsables de política monetaria han restado importancia a estas cifras, argumentando que son conceptualmente importantes, pero no relevantes para la política monetaria diaria.
Aun así, el banco mantuvo su anterior orientación de que el proceso de desinflación va por buen camino.
Los mercados financieros siguen esperando al menos dos recortes más de los tipos por parte del BCE este año y algunos incluso ven una tercera medida, en un momento en que la volatilidad de los mercados financieros, los aranceles y la incertidumbre económica pueden debilitar el crecimiento y, en consecuencia, la inflación.
Sin embargo, el BCE no dio apenas pistas sobre sus futuros movimientos, manteniendo su línea habitual de que su próxima decisión dependería de la evolución de los datos entrantes y de que se ceñiría a su enfoque de reunión por reunión.
Sin embargo, Lagarde, que hablará en una conferencia de prensa a las 1245 GMT, probablemente dirá que el bloque se enfrenta a un gran impacto en el crecimiento económico e incluso si hay un eventual acuerdo comercial, el revés en la confianza supondrá un daño significativo.
Lagarde ya había pronosticado un impacto en el crecimiento de hasta 0,5 puntos porcentuales, una cifra que eliminaría la mitad de la expansión prevista del bloque.
También es probable que Lagarde argumente que las presiones inflacionistas hayan disminuido significativamente desde la reunión de marzo del BCE, dada la fuerte apreciación del euro, la fuerte caída de los costes energéticos y unas perspectivas de crecimiento más moderadas.
También podría argumentar que los fuertes aranceles de Estados Unidos a China obligarían a Pekín a vender sus productos en otros mercados, lo que posiblemente afectaría a los precios y reduciría la inflación más rápido de lo que se pensaba.