El último informe de seguridad alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que hay un progreso en la reducción del hambre en América Latina. La cifra pasó de 40,3% en 2021 a 37,5% en 2022.
Pero advierte que el mundo está lejos de lograr el hambre cero y donde África y Asia continuaron con cifras altas.
Pese a que se habla de un estancamiento en las cifras, el informe indica que el hambre sigue estando por encima de los niveles registrados antes de la pandemia en un cálculo mundial. Estima que en 2022, entre 691 y 783 millones de personas padecieron de hambre.
(VEA: Más del 50% de la población hondureña sufre de inseguridad alimentaria: FAO)
A esto se suma que los sistemas agroalimentarios continúan siendo vulnerables a las crisis y perturbaciones de conflictos sociopolíticos, climáticos y la contracción económica lo que, dice, sigue poniendo a prueba la capacidad de brindar dietas saludables asequibles.
En el mundo, más de 3.100 millones de personas (42%) no podían permitirse una dieta saludable en 2021, este dato representó un aumento de 134 millones de personas versus 2019, niveles prepandemia. En el caso de América Latina, el reporte señala que cerca de 23% de su población no puede costear una de estas. El panorama es menos favorecedor en las zonas rurales y con brecha de género.
Para 2022, por ejemplo, la inseguridad alimentaria moderada o grave afectó a 33,3% de los adultos que vivían en zonas rurales, frente a 28,8% que vivían en zonas periurbanas y 26% que vivía en zonas urbanas. Además, afectó a 27,8% de las mujeres adultas, versus 25,% de hombres.
El informe destacó que las poblaciones rurales después de la pandemia sumaron condiciones en las que no tuvieron acceso a alimentos nutritivos, inocuos y suficientes durante todo el año, por lo que crear políticas acerca de programas, inversiones y medidas pueden ser eficaces. Adicionalmente, señala que se debe disminuir el impacto del hambre que está determinado por factores climáticos internos y externos, de pobreza y migración.
Las preocupaciones de la organización no solo se enfocan en el acceso a los alimentos, sino también en los niveles de nutrición que aportan. Se destacó que 148 millones de niños y niñas a nivel mundial sufren de retrasos en el crecimiento, desnutrición grave (45 millones) y sobrepeso (37 millones).
El caso regional
El informe de la FAO señaló que durante el año pasado, la única región en la que hubo “progresos alentadores” fue América Latina y el Caribe, que pasó de niveles de 40,3% en 2021 a 37,5% en 2022. Los mejores resultados se vieron en Sudamérica.
Pero del otro lado, en Asia Occidental, el Caribe y todas las subregiones de África, el hambre siguió en aumento. La porción de personas en esta condición que se encuentran en África, es mucho mayor que la del resto de las regiones, suma casi 20% de la inseguridad alimentaria, versus 8,5% en Asia, 6,5% en América Latina y 7% en Oceanía.
El informe explicó que, en este caso también se ve una influencia de la afectación propia de las personas que están las zonas rurales. “Los hogares rurales en los 11 países africanos no producen la mayoría del valor en alimentos que consumen, la asequibilidad de las dietas saludables resulta igualmente crítica a lo largo del continuo rural-urbano”, precisó el documento.
Pese al panorama con mejoras en algunas zonas del mundo, las inversiones y esfuerzos multilaterales, la proyección del estudio es que para 2030 casi 600 millones de personas harán frente al hambre. La cifra contemplaría 119 millones de personas más que en un escenario en el que no hubiesen habido ni pandemia, ni una guerra entre Rusia y Ucrania.