Suecia es el país mejor preparado para la transición energética necesaria para frenar el cambio climático, una posición que ya ocupó el año pasado en la clasificación que elabora periódicamente el Foro Económico Mundial (WEF).
Dinamarca también mantiene su segunda posición del año pasado, mientras que hay pequeñas variaciones en los siguientes puestos, ocupados por Finlandia (cuarta en 2023), Suiza (que gana también un puesto) y Francia, que asciende dos.
Alemania es undécima, seguida por Brasil (el país emergente mejor posicionado), mientras que China es 17ª; Estados Unidos, 19ª; Japón, 26ª; e Italia, 41ª, según una clasificación de 120 países que en último lugar sitúa a Tanzania, Yemen y la República Democrática del Congo.
La transición energética
A nivel general, el WEF, entidad organizadora de las cumbres anuales de líderes políticos y económicos de Davos, subraya que las incertidumbres globales están frenando el ritmo de la transición energética, por lo que aunque ésta prosigue lo ha hecho a menor velocidad en los últimos tres años.
De los 120 países estudiados, 107 han logrado progresos en la pasada década, aunque “el panorama global se ve perjudicado por la volatilidad económica, las crecientes tensiones geopolíticas y los cambios tecnológicos”.
El informe destaca que el pasado año se invirtieron 1,8 billones de dólares en transición a energías limpias, una cifra récord que supuso un aumento del 17% con respecto al año anterior, aunque las emisiones del sector siguieron creciendo, un 1,1% interanual.
El estudio destaca que países como China y Brasil se mantienen como importantes inversores en estas energías (solar en el primer caso, hidroeléctrica y biocombustibles en el segundo).
Los atrasos
Para el WEF, si bien cada vez más países avanzan en la adopción de fuentes renovables y de combustibles bajos en carbono, el ritmo se ha desacelerado y el progreso ha sido desigual, en parte debido a las crecientes incertidumbres en el panorama global.
De acuerdo con el organismo, la inversión mundial en energía limpia ha aumentado un 40% desde 2020, pero este crecimiento se ha concentrado principalmente en las economías avanzadas.
En cambio, dijo, otras economías emergentes y en desarrollo han recibido menos del 15% de la inversión total a pesar de representar el 65% de la población mundial y generar alrededor de un tercio del producto interno bruto (PIB) mundial.
“Esta disparidad pone de relieve una tendencia preocupante en la financiación de la transición energética en las economías emergentes y en desarrollo. Para alinearse con los esfuerzos por limitar el calentamiento global a 1,5°C, la inversión en energía limpia en estas economías fuera de China debe aumentar más de seis veces, pasando de 270.000 millones de dólares actuales a 1,6 billones de dólares a para la década de 2030”.
Por último, destaca que en un panorama global marcado por complejidades e incertidumbres se necesitan acciones más decisivas por parte de los gobiernos, con enfoques políticos adaptados a las prioridades y desafíos locales.
En este sentido, recomendó a los países tomar una serie de medidas: implementar regulaciones para avanzar en la descarbonización; lograr equidad energética para hogares vulnerables; incrementar inversiones en infraestructura; invertir en soluciones de eficiencia energética (gobiernos deben priorizar inversiones del sector privado e incentivar al ahorro de energía); mejorar las capacidades de la red y la colaboración entre sectores y naciones; menor intensidad de emisiones de combustibles fósiles; impulsar la I+D y las nuevas tecnologías; y priorizar el desarrollo de una fuerza laboral calificada.