Un reciente estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) plantea que en los próximos 30 años la proporción de latinoamericanos de al menos 65 años se duplicará de 8 a casi un 18%.
Esto traerá consecuencias económicas: se calcula que, en promedio, los países de América Latina tendrían que incrementar sus gastos en pensiones y salud en 3 puntos porcentuales del PIB.
El documento titulado “Los sistemas de pensiones y salud en América Latina: los desafíos del envejecimiento, el cambio tecnológico y la informalidad” revela, de igual manera, un envejecimiento acelerado de la población.
Aunque plantea que América Latina es aún una región relativamente joven, no lo será por mucho tiempo. Según datos del estudio, en la actualidad apenas un poco más del 8% de la población tiene 65 años o más, muy por debajo del 18% de Europa. En contraste, para 2050, la cifra se duplica y llega a alcanzar 17,5%, nivel similar al actual de Europa. Además, se calcula que para finales de siglo superará 30%.
El estudio también destaca que un patrón similar es seguido por la población de más de 80 años, que representará el 5% del total latinoamericano en 2050 y más del 13% a finales de siglo, en comparación con el 1,9% que hay en la actualidad.
El estudio hace hincapié en que América Latina es actualmente muy heterogénea en cuanto a la distribución de edades en la población.
Uruguay es el país con mayor proporción de adultos, con 65 años o más (15%), no muy lejos del promedio de Europa. Le siguen Chile, Argentina y Costa Rica, con una proporción de adultos mayores de 65 años superior al 10%, mientras que en el resto de los países, la proporción no alcanza los dos dígitos, con Colombia ocupando la sexta posición por detrás de Brasil.
En el caso de los países más envejecidos, como Uruguay y Chile, se espera que la proporción de adultos mayores también aumente a más del doble para finales de siglo, con una proporción de más del 30%.
“El reporte trata sobre el tema de protección social pero con el foco en la protección social en el adulto mayor. Este foco es pertinente por muchas razones. El que destaca tiene qué ver con el proceso de envejecimiento acelerado que están experimentando nuestros países y van a seguir experimentando en el futuro reciente”, dijo Fernando Álvarez, economista senior de la Dirección de Investigación Socioeconómica de la CAF.
El cambio en la proporción de adultos mayores se ha venido dando como resultado de la caída de las tasas de mortalidad y fecundidad.
En comparación con países europeos como Francia y Suecia, se requirieron 115 y 85 años, respectivamente, para experimentar un aumento del 7% al 14% de su población de más de 65 años; mientras que en Latinoamérica será en solo 30 años. Las diferencias en la velocidad del envejecimiento entre transiciones recientes y antiguas también se notan al interior de la región.
Impacto en pensiones
De acuerdo con cifras entregadas por Álvarez, hoy, la región gasta alrededor del 4% del PIB en pensiones y un monto similar en salud.
“Pero, en algunos países, como Argentina, superará los 6 puntos porcentuales del PIB y para Colombia será inclusive mayor. Es de los países donde esto va a impactar con más fuerza”, agregó Álvarez.
El estudio de la CAF alerta que las economías más envejecidas suelen gastar más en pensiones y salud, por lo que anticipa que con este proceso de envejecimiento acelerado también llegará un incremento acelerado en el gasto público.
Según la CAF, el crecimiento de la población de adultos mayores será a expensas no solo de la población menor de 15 años, que pasará, en promedio, de más del 25% en 2020 a menos del 14% en América Latina, sino también del grupo de población de entre 15 y 65 años. En promedio, la proporción de la población entre 15 y 64 años en la región pasará de ser casi el 66% al 55% del total a finales de siglo.
Hay otras estimaciones en el estudio que sugieren que entre 1950 y 2018, América Latina sumó casi 25 años a su esperanza de vida, disminuyendo la brecha respecto al promedio de los países de la Ocde, desde 14,8 a 5,4 años. Se espera que en los próximos 80 años la brecha se reduzca aún más y que la esperanza de vida al nacer promedio de América Latina y de la Ocde alcancen 87 y 91 años, respectivamente.